martes, 22 de enero de 2008

No robaras... pero si compartiras!

Los anuncios de la SGAE y el Ministerio de Cultura (y pasta gansa) nos cuela anuncios en los DVDs que no podemos pasar ni saltar.

Sin embargo si que puedes decidir si ver o no este video:

Un aplauso para la iniciativa de Los Verdes.

Su manifiesto:

Cada vez que alquilas una película, la industria del entretenimiento te obliga a ver su propaganda. Nos dicen que descargar una película es lo mismo que robar bolsos, coches o robar en una tienda. Lo cual no es cierto: hacer una copia es radicalmente distinto a robar.

La industria del entretenimiento no ha sabido ofrecer ninguna alternativa legal viable y no conseguirá convencer a los consumidores de que compartir es lo mismo que robar. Desgraciadamente, sí han tenido éxito en otro área: presionando a nuestros gobernantes para adaptar la ley a sus intereses y criminalizar el acto de compartir, convirtiendo a los consumidores en criminales. Lo justifican argumentando que sus leyes son necesarias para proteger a los artistas, pero en realidad los únicos a los que se protegen son a ellos mismos y a sus cuentas de resultados.

Los Verdes, tanto en Europa como en el resto del mundo, nos oponemos a estas leyes. Creemos que los consumidores están dispuestos a pagar si se les ofrece un producto de calidad por un precio justo. También creemos que compartir es una vía de expandir la cultura, no de acabar con ella.

En protesta contra la propaganda de la industria, hemos hecho nuestro pequeño anuncio. La diferencia, al contrario que con los anuncios que vienen en las películas que alquilas, es que puedes elegir si quieres verlo o no.

¡Apoya a los artistas, no a las multinacionales!

miércoles, 19 de diciembre de 2007

The Kingdom

Estos son los cuatro primeros minutos de "The Kingdom". No es que sea una clase de historia magistral, ni mucho menos, pero acierta a dar con la clave del problema del petroleo saudí.

Como siempre en el omnipresente idioma de Shakespeare.

martes, 18 de diciembre de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut 2! (2)

La gente no se suele plantear mucho las cosas hasta que las ven muy claras.

Cuando van andando por la calle no se plantean que les pueden partir la cara o darles un navajazo en cualquier momento, viven en pequeños nidos de autocomplacencia y fantasía, si no lo hicieran ni siquiera tendrían huevos para salir de sus casas fortificadas llenas de cómodos electrodomésticos y aparatos para una vida más simple. Se quedarían allí dentro, acurrucados en sus sillones de RV aterrados por la posibilidad de que alguien ahí fuera les agrada y les quite sus pertenencias.

Yo soy ese.

No estoy en la calle por gusto, si no porque es donde me gano la vida., es peligroso y definitivamente deleznable, pero si me ofrecieran un puesto, por ejemplo, de administrativo o vendedor, lo rechazaría. Las cosas son así, no me planteo otra vida, por lo menos no una donde tenga que estar atado a algo como una empresa. Supongo que si algo tiene que atarme ha de ser por respeto, no por obligación. Voy a ser un SkinBorg porque les respeto, porque les admiro.

Mientras Lorenzo y yo caminamos por el barrio nuestra atención deriva de viandante a viandante, analizándolo como si fuéramos cámaras de seguridad, altura, peso, constitución, armas o armaduras visibles, objetos de valor al descubierto u ocultos, pintas, todo lo que pueda diferenciar una víctima de un depredador. Esa lección la aprendí en su día cuando creí que aquel chico callado y regordete con la camisa a cuadros sería un buen saco de boxeo, pero resultó ser una bestia corrupia en piel de cordero que me partió la ceja, varias costillas y me saltó una muela.

El barrio es como la selva que se ve en los documentales, puedes ir anunciando que eres venenoso a los cuatro vientos para que no te coman, puedes camuflarte con el entorno para que no te vean, o puedes andar despistado y acabar siendo atacado. En cierto modo los SkinBorgs son como los bichos de colores chillones, se dejan ver, por sus colores todos saben que son peligrosos y los dejan pasar. Nosotros todavía no podemos permitirnos ese lujo, no mientras no seamos miembros de pleno derecho, así que por ahora procuramos pasar desapercibidos entre los vecinos.

Debajo de mi camisa larga, enganchado al cinturón de los pantalones, la barra de hierro. Junto al empeine de una de mis botas, un punzón afilado por si acaso. Las manos cubiertas por guantes de motorista. Bajo la camiseta, una sorpresa. Poco más en mi cabeza.

El inusual calor hace estragos ahora que falta la omnipresente electricidad. Despojados de sus climas particulares los hijos del rayo salen a la calle en busca de la caricia del dios Eolo.

¿He mencionado alguna vez que tengo algo de poeta? Si, de poeta. Soy del parecer de que no se puede o se debe describir a un se humano con un solo adjetivo, son necesarios dos al menos. Yo me considero algo así como un poeta guerrero, mi tiempo y lugar tendría que haber sido la india ancestral, componiendo versos y guerreando, pluma y espada juntos al servicio de la épica perfección.

Pero esto es algo que me guardo para mi solo. No desearía que los de la banda me vieran como un lamentable romántico. Los SkinBorgs son tipos duros y masculinos, y como tal me han de ver si no deseo soportar palizas de más.

Absorto en mi mundo de engaño no llego a oír con claridad lo que Lorenzo me dice, pero pronto capto el mensaje.

Delante de nosotros, a una esquina de distancia un par de individuos están asaltando una tienda de comestibles congelados. La persiana de seguridad está doblada con grandes abolladuras en su parte inferior, fruto seguramente, de alguien que fue más listo que el dueño y colocó un par de barras de metal para evitar que esta se cerrara. Pronto reconozco a los desvalijadores, son los tres hermanos Cortazar, pequeños ladrones y traficantes de poca monta de drogas. Los menores tienen trece o catorce años y el mayor dieciocho. Los pequeños se afanan en meter cajas de congelados en el maletero de un coche que parece haberse escapado tarde de un desguace. El mayor se concentra en asustar al personal con una azada de aspecto peligroso.

Al instante atiendo a lo que Lorenzo me estaba diciendo.

-¡Pero míralo joder! Lleva una piel debajo de esa mugrienta camisa- Se vuelve y me mira.- ¿Me estas echando cuenta?

-Si, si.Ya te he oído. - Le hago un gesto para que hable más bajo- Vamos a zurrarle la bandana…

La barra de hierro hace su aparición rápidamente en mi mano. Lorenzo se saca la cadena del cinturón y la hace girar para que coja fuerza. Nuestros pasos sobre la acera quebrada son ligeros y rápidos, nuestra mirada es fría como el acero. Cuando el mayor nos ve es demasiado tarde para reaccionar y solo puede gesticular una rápida sorpresa. Mi bota choca contra su boca y su cara tiembla como si fuera gelatina. Noto la presión sobre su hueso, sobre la mandíbula, como cuando se presiona una rama de árbol y cruje. Creo que se la he roto.

No es necesario que nos ocupemos de los hermanos chicos puesto que estos se llevan el coche con la valiosa mercancía confiando en que su hermano se las podrá apañar él solo. Lástima que, sin electricidad, su pequeño tesoro se valla a descongelar dentro de poco. Esta familia nunca se ha distinguido especialmente por su agudeza mental.

-Rocco, cabrón, las anfetas que me vendiste eran un puñetero timo.- Lorenzo está encorvado sobre el dolorido cuerpo de Rocco Cortazar con un pie pisando el azadón y la cadena rozando la ensangrentada cara- Quiero una devolución de mi dinero, y no aceptaré muslitos de pollo congelado, ni siquiera helados.

Tengo que reconocer que a veces Lorenzo me sorprende gratamente, es muy difícil soltar chascarrillos mientras apalizas a alguien a menos que seas un superhéroe, pero hoy no suena gracioso, no es gracioso. El hombre al que tiene dominado llora de dolor en el suelo y el tono con el que le reprocha no es nada sarcástico, es agrio y desagradable.

-¿Qu… Que queréis? No llevo nada encima… todo estaba en el coche.- Puede hablar bien, señal de que solo le he partido unos dientes.

-Tu piel.-Le digo yo- Queremos tu piel, YA. Y que nos digas donde la has conseguido. Un paleto como tú no suele encontrarse estas cosas tiradas por ahí ¿No?

-Esto… la robé de un SkinBorg…

-Claro, de la cuerda de tender la ropa de un SkinBorg.- Lorenzo le azota con la cadena.- Dinos la verdad o te dejamos dentro del frigorífico junto a los nuggets y los polos de menta.

-Vale vale, os lo diré, pero dejadme ir, el dueño regresará de un momento u otro y vamos a cobrar todos…

-¡Que hables coño!- El tono quejumbroso y lento de Rocco me exaspera. Y tiene razón con respecto a lo del dueño, podría aparecer con su familia o unos amigos y entonces si que habría una pelea de verdad.- Habla de una puñetera vez y quítate la piel si no quieres recibir otra vez.

-Vale vale, no hace falta sulfurarse. La piel la escamoteé de un cargamento que llegó esta mañana a uno de los almacenes de los ferrocarriles. Me habían dado un chivatazo a cambio de unos gramos de GodKiller de que alguien había “extraviado” un vagón con cargamento de seguridad, no recuerdo para quien, pero el caso es que pude pillar estas mangas antes de que apareciera el vigilante.

Solo tenía las mangas del traje. La camisa no ocultaba el resto, ocultaba su ausencia. No era suficiente, pero por algo se empezaba. Y supongo que compensaba las pésimas anfetas que vendió a Lorenzo y la vomitona que le provocó.

-Es suficiente Rocco. Solo dinos cual almacén es y te vas a tu casa.

-El “32-F” de Toyo Corp- Dijo mientras se incorporaba- Tiene un graffiti de un demonio junto a la puerta de la vía.

Lorenzo se acercó para asestarle otro latigazo con la cadena pero yo le detuve. El pobre diablo ya había tenido suficiente por un día y seguro que tendría una seria charla con sus hermanos. Rocco correteaba con la cabeza gacha calle abajo cuando nos percatamos de un par de policías de uniforme que se acercaban en un scooter todoterreno.

-Un segundo.- Pidió Lorenzo mientras recogía algo del suelo y me lanzaba para que lo cogiera al vuelo- De chocolate y curry, como a ti te gustan.

Salimos corriendo por un callejón y saltamos unos cuantos patios entre tiestos y basura. Dar esquinazo a un par de polis solitarios es relativamente fácil, al turno de día no les pagan por horas extras ni por correr, y la mayoría de los del turno de noche van sin uniforme y se dedican a otras cosas aparte de los pequeños rateros. Somos afortunados y los polis del scooter son del turno diurno.

Nos dirigimos al este de la 211th, a la enorme zona industrial medio abandonada de los ferrocarriles. Abro el helado de curry y chocolate y le doy un buen bocado.

Dulce y picante. Mi favorito.

jueves, 22 de noviembre de 2007

No a la tortura... nunca.

Amnistía Internacional lanza una nueva campaña de concienciación. Esta vez va a por lo duro, a por lo real. El vídeo que veremos a continuación es un performance real, se trata de un bailarín profesional, y en buena forma, que es sometido a lo que es llamado en la CIA como "postura de estrés". Básicamente una técnica de interrogatorio que somete al cuerpo de la víctima a una tensión en las extremidades y la musculatura que en menos seis minutos produce espasmos, calambres, dolores musculares, y desorientación.

Advierto que el vídeo es bastante fuerte.



Se mire por donde se mire, la tortura es algo que ha de desaparecer ya, es un atentado contra los derechos humanos y un insulto a la democracia. El que algunos países autodenominados "vigilantes de la libertad" como Estados Unidos o Inglaterra usen estas técnicas es una autentica aberración. No hay justicia si quien la imparte no actúa de acuerdo a esta.

Vivimos en un mundo paradójico. Estados Unidos usa la tortura y el secuestro en pos de la democracia, pero España no se queda menos lejos, firma el tratado contra el uso de minas antipersona pero es uno de los principales fabricantes de estas.

Solo poniendo todos nuestro grano de arena y alzando la voz podremos cambiar algo. Mirar para otro lado es dejar que esto nos pueda pasar a nosotros.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut 2! (1)

Capitulo primero:

-INWOOD-

Vermilyea, si señor, esa es mi calle. En la que me he criado, en la que he vivido toda mi vida. No es que sea una calle especialmente bonita o pintoresca, y supongo que para algún turista de fuera de la isla le parecería “étnica” y “llena de personalidad”, a mi me parece deplorablemente atrasada y llena de mierda. Para mi es algo más como “verminyea”, ratas y gente de mal ver. Escoria agresiva e insensata sumida en el primitivismo de las bandas. El tipo de persona con la que no quieres cruzarte por la noche. Personas con pintas raras, armaduras y cadenas. Gente como Lorenzo. Gente como yo.

Comprendo perfectamente la leyenda negra que se ha fraguando entorno a nuestra exitosa banda. Somos duros, fuertes, temerarios y valientes, pero también impulsivos, irracionales, pendencieros y bastante excesivos a la hora de celebrar fiestas o dirimir disputas.

Si señor. Somos SkinBorgs.

Pero debajo de las armaduras, las pinturas de guerra y la fachada de tipo duro hay gente normal, algo asustada y reaccionaria, pero al fin y al cabo gente que de ser retirada de este ambiente tan malsano se comportaría como cualquier hijo de vecino.

Como Lorenzo. Como yo.

Lorenzo no es un mal tipo. No se pasa todo el día pensando en chicas y bebiendo. Solo parte de él. Cuando está centrado, es el remanso de paz que necesito en este feudo de violencia, y cuando se excita es el acicate para seguir a delante. Lorenzo y yo nos hemos corrido grandes juergas los dos juntos, desde chicos hemos sido como uña y carne, y ahora que rozamos la veintena podemos presumir de ser colegas del alma y conocernos mejor que nuestros propios padres a nosotros. Aunque a estos les diera más bien igual lo que hiciéramos.

Nos apuntamos a la banda de los SkinBorg por pura inercia. Cuando eres joven eres impresionable, y un SkinBorg con su piel sintética, su armadura y sus pinturas fluorescentes es impresionante. Ganan más dinero, tienen más chicas y se lo pasan mejor que nadie en el barrio. Que nos uniéramos a ellos era pura cuestión de tiempo. Tampoco es que hubiera nada mejor que hacer en el barrio. O eso o te dedicabas a las drogas, pero ya había visto mucha gente con la vida arruinada por el Traze, el GodKiller o las anfetas.

Inwood no es un mal sitio. Solo está un poco abandonado de la mano de dios. Y si no fuera por los almacenes y las factorías esto no sería más que un barrio fantasma al norte de Manhattan. Son humildes la mayor parte de la gente aquí. Por eso supongo que los SkinBorg somos tan floridos y fastuosos, para destacar, para hacer notar que estamos aquí. Tal vez nuestras vidas no valgan una mierda para el resto de los habitantes de esta podrida isla, pero no nos pensamos ir sin hacer algo de ruido y montar una buena bulla.

-Estamos jodidos.- Eructó Lorenzo- Mucho.

-Nadie dice que tengamos que hacerlo mañana.-Añadí sin demasiada confianza- Seguro que si se lo explicamos…

-Nos dan una paliza…

-Bueno, si, paliza nos vamos a llevar, la cuestión es cómo.

Estábamos jodidos. Aunque nos considerábamos SkinBorgs no seríamos reconocidos como miembros de la banda de pleno derecho hasta pasar su pequeña ceremonia iniciática. Una pelea entre seis miembros de la banda y el aspirante sin ningún tipo de restricciones ni miramientos. Cualquier persona en su sano juicio consideraría una barbaridad tal cosa pero lleva haciéndose desde tiempos inmemoriales, un rito de paso a la edad adulta, por así decirlo.

Lorenzo se levantó y comenzó a deambular por la azotea como un león enjaulado. Las tomas de aire acondicionado y los viejos respiraderos metálicos jalonaban la azotea del edificio de apartamentos en la que nos solíamos reunir los dos desde los doce años. Poco había cambiado, aparte de las pintadas que con manos inexpertas habíamos impreso en las paredes y un sucio palomar abandonado instalado por un vecino hacía un par de años, el resto estaba tal como lo recordaba el primer día que subí aquí en busca de un niño lloroso con la cara amoratada que había crecido hasta convertirse en Lorenzo.

Su padre le había propinado una paliza que le dejaría secuelas para toda su vida, más por dentro que por fuera, y había huido a la cima de su mundo en busca de soledad y sosiego fuera de los gritos y la rabia.

Ahora se encontraba igualmente angustiado. Aterrado. Durante semanas prácticamente habíamos acosado a los Borgs de la zona una y otra vez pidiéndoles entrar en la banda. Al final accedieron, no sin darnos unas collejas y patadas de regalo, y nos dijeron que en una semana celebrarían una “fiesta” para probar unos cuantos aspirantes.

-Llevad toda la armadura y protección que podáis, como mínimo una “piel”, porque no nos vamos a cortar absolutamente nada, si sobrevivís- Añadió- Si sobrevivís seréis bienvenidos. No faltéis u yo mismo os hundiré la cabeza dentro de vuestro puñetero torso.

Lo malo es que mañana es la “fiesta” y ni Lorenzo ni yo tenemos una “piel” en condiciones. Nos habíamos agenciado cascos de seguridad, máscaras de ski (muy populares como armadura facial), e incluso algo de material deportivo de protección. Pero nada de pieles.

A los SkinBorgs les viene el nombre de que todos llevan pieles (skins) sintéticas de nanotubos de carbono trenzados. Prendas que se ajustan como una segunda piel al portador a la vez que es prácticamente inmune a cortes y pinchazos, incluso balas.

-Si no conseguimos de aquí a mañana una “piel” estamos muertos.-Sollozó Lorenzo.

-Tranquilo, ya se nos ocurrirá algo.- Le di un buche a la cerveza- Dios aprieta pero no ahoga. Y si no siempre podemos vender todo lo que tememos y meternos a monjes.- Añadí señalando a la sombría mole del Cloisters.

Lorenzo y yo nos reímos con ganas ante una perspectiva de celibato y rezo perpetuo.

De repente un ruido sordo, una explosión atenuada por la distancia y los edificios llegó hasta nosotros.

Lorenzo se acercó a la barandilla y miró a la calle. A pesar de que no se había ocultado el sol completamente las farolas ya debían estar encendidas, las ventanas y las puertas de los vecinos de la calle se abrían para mostrar rostros indignados o confusos.

Un apagón.

-Jay. La suerte nos sonríe. No se si pasado mañana estaremos vivos, pero se que esta es una oportunidad de oro para liarla a lo bestia.

Tiré la lata por encima de la barandilla y agarré una tubería de metal. La sopesé. Vendrá bien.

Pasado mañana seré un dios de la calle o estaré muerto.

Todo o nada.

viernes, 9 de noviembre de 2007

De esto es de lo que hablamos

miércoles, 17 de octubre de 2007

Mapas del mundo

Para ir empezando un poco hoy empezaremos con un interesante gráfico animado en flash. Se trata de la historia de las grandes religiones resumidas en 90 segundos en un mapa mundial.



Interesante cuanto menos.

Este mapa ha sido extraído (con permiso) de Maps of War, un sitio web dedicado a compilar mapas multimedia de interés y actualidad. Por cierto, parece que España es el segundo receptor de inmigrantes a nivel mundial, un dato muy interesante, como el que en Qatar el 78,34% de la población es extranjera y el 71,44 en los Emiratos Arabes Unidos.

Da que pensar.

Paz.