martes, 10 de julio de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut! (9)

Cuando se levantó Aston no se molestar en fijarse cuanto tiempo había pasado, ahora mismo se encontraba a la intemperie, calado hasta los huesos, con cálida y espesa sangre resbalándole por la palma de la mano y ningún refugio donde rostros conocidos le recibieran. A decir verdad, poco le empezaba a importar ya todo esto. La guerra de bandas, los policías corruptos, la amenaza terrorista, los saqueadores y secuestradores, hasta el mítico Colin de los desvaríos del demente anciano se situaba ya en un nivel de preocupación muy inferior que su propio futuro personal. ¿Cómo pretendía seguir estudiando en condiciones sin un sitio seco y cómodo? Sin pensárselo dos veces entró en el ennegrecido edificio de apartamentos.

Entró en el hall del edificio que inmediatamente le libró de la mayor parte de la lluvia, si bien ahora tendría que preocuparse más por no tropezar con nada o clavarse algún metal o plancha plástica desprendida durante la cremación. Oscuro como la boca de un lobo Aston se vio forzado a rebuscar entre sus pertenencias, con cuidado de no utilizar la mano herida, para sacar una pequeña linterna operada por baterías cinéticas. La agitó como si fuera un bote de spray e inmediatamente comenzó a emitir un chorro de luz pequeño pero más que suficiente para empezar a moverse. Se colocó las infogafas en la solapa del chubasquero, el cual se había abierto y dejado caer la capucha, ambos objetos ahora mismo le servían de poco allí dentro.

No se sorprendió demasiado al ver que alguien ya se había encargado de limpiar un poco el pasillo y las escaleras, aunque más que nada simplemente se había apartado la basura y los obstáculos hacia las paredes o esquinas. La mayoría de las paredes no parecían estar directamente afectadas por el fuego, solo negras por el humo, y debajo del hollín se podía ver, con un poco de imaginación y rascando un poco, el anterior papel pintado y los graffiti de rigor proclamando tal pasillo o escalera propiedad de tal o cual. Aston guardaba la ilusoria esperanza de que por algún misterioso milagro el apartamento en particular de su tía se encontrara en perfectas condiciones, iluminado y agradable. Incluso con un pastel de moras esperando recién sacado del horno. A Aston le encantaba el pastel de moras y crema, ligeramente ácido y no muy dulce, con la corteza crujiente. Sin embargo el persistente olor a quemado y la razón le llevaron de nuevo a la cruda realidad.

Se encontraba ya en el cuarto piso, frente al apartamento 4D. Efectivamente el apartamento no se había salvado milagrosamente, ni había un pastel esperando en el horno. Pero si había alguien para recibirle.

La figura estaba agachada entre los escombros de lo que fuera la cocina en cuclillas apartando cascotes, pues parte del techo se había derrumbado. En una mano llevaba un recipiente de cafetera medio lleno de lo que parecía ser barro, el resto del cuerpo era irreconocible bajo la capa con capucha y la bufanda que le tapaba la cara.

Cuando el desconocido se dio cuenta de la presencia de Aston se incorporó y sacó un cuchillo del cinturón mientras metía el recipiente de cafetera entre los pliegues de la capa. Levantó el cuchillo a la altura de los ojos con el brazo bien estirado.

-¡Si te corto es estas muerto tío! No te muevas ni un paso. – La voz sonaba joven, más que Aston. A este le pareció la voz de un adolescente o tal vez una mujer joven.- Si quieres una parte tendrás que contribuir con algo o sacarlo de otro sitio.

La situación le pareció confusa a Aston, todavía se encontraba en estado de shock por el frío y el dolor de la mano, sin contar con las rodillas que de nuevo le dolían. No sabía ni entendía que le estaba hablando ese individuo, y solo comprendía que quería que se fuera del apartamento que por derecho propio pensaba que se le debía. Dio unos pasos y entró en el apartamento completamente. No paraba de iluminar a la cara del extraño con la linterna mientras balbuceaba excusas y disculpas que se le venían a la mente.

-Disculpe señor, o señora, asaltante pero es que resulta que lo he pasado bastante mal y solo quiero quedarme aquí un rato. Es el apartamento de un conocido. Bueno, en realidad no. Solo es que tenía que venir aquí. No se que quiere pero no creo que sea lo mismo que yo. Es que lo he pasado bastante mal ¿Sabe? ¿Ocurre algo malo? No creo que…

El desconocido reaccionó al a acercamiento de Aston lanzándosele encima con el cuchillo por delante. Los dos tropezaron y cayeron al suelo. Algo se partió, el recipiente de la cafetera con toda seguridad, y un tosco abrupto le acompaño. Aston se golpeó contra un mueble al caer que desparramó cacharros por todo el suelo libre de escombros. El desconocido tiró de la capa que aprisionaba Aston e inició la huida. Aston prefirió quedarse en el suelo esperando y no iniciar ningún tipo de persecución. Ya había tenido bastantes sobresaltos ese día como para buscar una pelea el solo por un piso vacío y quemado.

Para colmo le había hecho un corte feo en el hombro derecho. Se lo iluminó bien y forzó el cuello para verlo en condiciones. Efectivamente era aparatoso, le había cortado haciéndole una herida larga aunque no muy profunda. No había afectado al hueso ni a la musculatura en general. Lo más que sentía era un escozor que le recordaba a cuando se ponía sal en las llagas de la boca.

Había oído que algunas bandas del sur de Manhattan empuñaban hojas envenenadas para matar a sus contrincantes con el mínimo roce, o por lo menos que les dejaban ciegos o subnormales. Se quitó la idea de la cabeza. ¿Cómo iba a tener un desarrapado como ese ningún veneno mortífero? El veneno es cosa de asesinos con clase o gente con mucho dinero, no de pordioseros saqueadores o patanes con capa. La idea volvió a su mente y se volvió a examinar la herida con más cuidado. En los bordes de esta había pegados grumos de una pasta negra, que se los quitó con algo de agua de lluvia y mucho cuidado.

No, esto es solo suciedad, ese puñetero ratero estaba agachado en el barro y ceniza de la cocina, es normal que sea suciedad. ¿Quién en su sano juicio llevaría un cuchillo envenenado para ir a buscar basura?

De repente a Aston le empezó a doler la cabeza.

-¡Serás hija de puta! ¡Me cago en tu puta madre! ¡ESTÁBA ENVENENADO!

Aston se incorporó de golpe y se mareó un poco. Tambaleándose empezó a bajar por las escaleras, por donde suponía el desconocido había huido. En su mente se empezaron a formar extrañas ideas. Se propuso atrapar al individuo y exigirle disculpas por envenenarle en tan tremendas circunstancias. Sus pasos se tornaba ora rígidos ora lánguidos cual serpiente. Cuando atrapara al tipo, se decía, le contaría la historia de su vida para ver cuan equivocado estaba. Cuando estaba ya en la planta baja se estaba proponiendo partirle la cabeza y gritarle cuan frustrado estaba.

Aston se paró en la puerta del edificio. Con la lluvia azotándole la cara era consciente de que estaba empezando a delirar y perder el control. Los músculos de la cara se le habían contraído en una sonrisa torcida y dolorosa y respiraba trabajosamente. Empezaba a ver destellos de color frente a sus ojos y el suelo comenzaba a tambalearse. Empezaba a perder el control como una persona somnolienta pierde la noción del paso de la realidad al sueño, y Aston era plenamente consciente de ello.

Empezó a andar a paso ligero por la calle, no sabía exactamente en que dirección, era todo confuso y raro. A veces no veía nada, otras le parecía todo muy claro y colorido, con formas imposibles y gentes que lo miraban desde las nubes. Se encontraba mareado y fatigado. No sentía ya la boca y la saliva comenzaba a resbalarle por la comisura de los labios.

-¡CABRONEEEEEEEES!- Consiguió gritar de forma coherente.

Era consciente de que estaba hablando a gritos con las misteriosas figuras multicolores que le miraban entre las nubes. Esos bastardos se reían de su situación y le señalaban mientras que a él le pasaban cosas de lo más horribles. Algunas se acercaban a ras de suelo en ángulos imposibles y le señalaban a la cara “¿Que te ocurre Roger? ¿Te ocurre algo malo? No me digas mas, te has meado en los pantalones eso es ¿No?”. Aston respondió atacándolas con lo que pudo agarrar a primera vista. Era consciente de que se estaba haciendo mucho daño en ambas manos ¿Qué había agarrado? Usó el palo contra las figuras burlonas, que le esquivaban y seguían riéndose de él. Estas empezaron a contraatacar y sus burlas se convirtieron en amenazas y acusaciones.

Estoy delirando, joder. Que alguien me ayude. Estos tipos me quieren matar. Voy a morir aquí en medio sin ni siquiera saber que puñetas me esta pasando. ¿Por qué no dejan de reírse? Siempre por encima de los demás. Siempre abandonándome. Siempre rechazándome por misteriosas razones. Pero esta vez vais a pagar. ¡Habéis bajado y me las vais a pagas!

-¡Hijos de puta os voy a matar a todos! ¡CABRONEEEEEEEEEEES!

De repente el mundo se volvió claro y dolorosamente cercano.

Se encontraba tirado en un drenaje de agua o alguna conducción de alcantarillado grande, estaba sobre unos escombros, sobre los que seguramente había caído por el ancho agujero que había sobre él. Por este entraba la luz del amanecer ¿Cuánto tiempo había pasado delirando? Sentía todo el cuerpo dolorido, con ganas de vomitar y una presión insoportable en el pecho. A duras penas pudo mover la cabeza y verlo.

El mango de un destornillador sobresalía de su pecho a la altura del corazón.

-Mierda… -Alcanzó a decir antes de perder la conciencia de nuevo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola soy Pablo, el del Comigén, el maldito Comigén es una especie de termita que se come las casas de madera en USA. No respetan nada, con razón mi señora los odia. Gracias por tus palabras. Abr@zote.

Pablo.