miércoles, 19 de diciembre de 2007

The Kingdom

Estos son los cuatro primeros minutos de "The Kingdom". No es que sea una clase de historia magistral, ni mucho menos, pero acierta a dar con la clave del problema del petroleo saudí.

Como siempre en el omnipresente idioma de Shakespeare.

martes, 18 de diciembre de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut 2! (2)

La gente no se suele plantear mucho las cosas hasta que las ven muy claras.

Cuando van andando por la calle no se plantean que les pueden partir la cara o darles un navajazo en cualquier momento, viven en pequeños nidos de autocomplacencia y fantasía, si no lo hicieran ni siquiera tendrían huevos para salir de sus casas fortificadas llenas de cómodos electrodomésticos y aparatos para una vida más simple. Se quedarían allí dentro, acurrucados en sus sillones de RV aterrados por la posibilidad de que alguien ahí fuera les agrada y les quite sus pertenencias.

Yo soy ese.

No estoy en la calle por gusto, si no porque es donde me gano la vida., es peligroso y definitivamente deleznable, pero si me ofrecieran un puesto, por ejemplo, de administrativo o vendedor, lo rechazaría. Las cosas son así, no me planteo otra vida, por lo menos no una donde tenga que estar atado a algo como una empresa. Supongo que si algo tiene que atarme ha de ser por respeto, no por obligación. Voy a ser un SkinBorg porque les respeto, porque les admiro.

Mientras Lorenzo y yo caminamos por el barrio nuestra atención deriva de viandante a viandante, analizándolo como si fuéramos cámaras de seguridad, altura, peso, constitución, armas o armaduras visibles, objetos de valor al descubierto u ocultos, pintas, todo lo que pueda diferenciar una víctima de un depredador. Esa lección la aprendí en su día cuando creí que aquel chico callado y regordete con la camisa a cuadros sería un buen saco de boxeo, pero resultó ser una bestia corrupia en piel de cordero que me partió la ceja, varias costillas y me saltó una muela.

El barrio es como la selva que se ve en los documentales, puedes ir anunciando que eres venenoso a los cuatro vientos para que no te coman, puedes camuflarte con el entorno para que no te vean, o puedes andar despistado y acabar siendo atacado. En cierto modo los SkinBorgs son como los bichos de colores chillones, se dejan ver, por sus colores todos saben que son peligrosos y los dejan pasar. Nosotros todavía no podemos permitirnos ese lujo, no mientras no seamos miembros de pleno derecho, así que por ahora procuramos pasar desapercibidos entre los vecinos.

Debajo de mi camisa larga, enganchado al cinturón de los pantalones, la barra de hierro. Junto al empeine de una de mis botas, un punzón afilado por si acaso. Las manos cubiertas por guantes de motorista. Bajo la camiseta, una sorpresa. Poco más en mi cabeza.

El inusual calor hace estragos ahora que falta la omnipresente electricidad. Despojados de sus climas particulares los hijos del rayo salen a la calle en busca de la caricia del dios Eolo.

¿He mencionado alguna vez que tengo algo de poeta? Si, de poeta. Soy del parecer de que no se puede o se debe describir a un se humano con un solo adjetivo, son necesarios dos al menos. Yo me considero algo así como un poeta guerrero, mi tiempo y lugar tendría que haber sido la india ancestral, componiendo versos y guerreando, pluma y espada juntos al servicio de la épica perfección.

Pero esto es algo que me guardo para mi solo. No desearía que los de la banda me vieran como un lamentable romántico. Los SkinBorgs son tipos duros y masculinos, y como tal me han de ver si no deseo soportar palizas de más.

Absorto en mi mundo de engaño no llego a oír con claridad lo que Lorenzo me dice, pero pronto capto el mensaje.

Delante de nosotros, a una esquina de distancia un par de individuos están asaltando una tienda de comestibles congelados. La persiana de seguridad está doblada con grandes abolladuras en su parte inferior, fruto seguramente, de alguien que fue más listo que el dueño y colocó un par de barras de metal para evitar que esta se cerrara. Pronto reconozco a los desvalijadores, son los tres hermanos Cortazar, pequeños ladrones y traficantes de poca monta de drogas. Los menores tienen trece o catorce años y el mayor dieciocho. Los pequeños se afanan en meter cajas de congelados en el maletero de un coche que parece haberse escapado tarde de un desguace. El mayor se concentra en asustar al personal con una azada de aspecto peligroso.

Al instante atiendo a lo que Lorenzo me estaba diciendo.

-¡Pero míralo joder! Lleva una piel debajo de esa mugrienta camisa- Se vuelve y me mira.- ¿Me estas echando cuenta?

-Si, si.Ya te he oído. - Le hago un gesto para que hable más bajo- Vamos a zurrarle la bandana…

La barra de hierro hace su aparición rápidamente en mi mano. Lorenzo se saca la cadena del cinturón y la hace girar para que coja fuerza. Nuestros pasos sobre la acera quebrada son ligeros y rápidos, nuestra mirada es fría como el acero. Cuando el mayor nos ve es demasiado tarde para reaccionar y solo puede gesticular una rápida sorpresa. Mi bota choca contra su boca y su cara tiembla como si fuera gelatina. Noto la presión sobre su hueso, sobre la mandíbula, como cuando se presiona una rama de árbol y cruje. Creo que se la he roto.

No es necesario que nos ocupemos de los hermanos chicos puesto que estos se llevan el coche con la valiosa mercancía confiando en que su hermano se las podrá apañar él solo. Lástima que, sin electricidad, su pequeño tesoro se valla a descongelar dentro de poco. Esta familia nunca se ha distinguido especialmente por su agudeza mental.

-Rocco, cabrón, las anfetas que me vendiste eran un puñetero timo.- Lorenzo está encorvado sobre el dolorido cuerpo de Rocco Cortazar con un pie pisando el azadón y la cadena rozando la ensangrentada cara- Quiero una devolución de mi dinero, y no aceptaré muslitos de pollo congelado, ni siquiera helados.

Tengo que reconocer que a veces Lorenzo me sorprende gratamente, es muy difícil soltar chascarrillos mientras apalizas a alguien a menos que seas un superhéroe, pero hoy no suena gracioso, no es gracioso. El hombre al que tiene dominado llora de dolor en el suelo y el tono con el que le reprocha no es nada sarcástico, es agrio y desagradable.

-¿Qu… Que queréis? No llevo nada encima… todo estaba en el coche.- Puede hablar bien, señal de que solo le he partido unos dientes.

-Tu piel.-Le digo yo- Queremos tu piel, YA. Y que nos digas donde la has conseguido. Un paleto como tú no suele encontrarse estas cosas tiradas por ahí ¿No?

-Esto… la robé de un SkinBorg…

-Claro, de la cuerda de tender la ropa de un SkinBorg.- Lorenzo le azota con la cadena.- Dinos la verdad o te dejamos dentro del frigorífico junto a los nuggets y los polos de menta.

-Vale vale, os lo diré, pero dejadme ir, el dueño regresará de un momento u otro y vamos a cobrar todos…

-¡Que hables coño!- El tono quejumbroso y lento de Rocco me exaspera. Y tiene razón con respecto a lo del dueño, podría aparecer con su familia o unos amigos y entonces si que habría una pelea de verdad.- Habla de una puñetera vez y quítate la piel si no quieres recibir otra vez.

-Vale vale, no hace falta sulfurarse. La piel la escamoteé de un cargamento que llegó esta mañana a uno de los almacenes de los ferrocarriles. Me habían dado un chivatazo a cambio de unos gramos de GodKiller de que alguien había “extraviado” un vagón con cargamento de seguridad, no recuerdo para quien, pero el caso es que pude pillar estas mangas antes de que apareciera el vigilante.

Solo tenía las mangas del traje. La camisa no ocultaba el resto, ocultaba su ausencia. No era suficiente, pero por algo se empezaba. Y supongo que compensaba las pésimas anfetas que vendió a Lorenzo y la vomitona que le provocó.

-Es suficiente Rocco. Solo dinos cual almacén es y te vas a tu casa.

-El “32-F” de Toyo Corp- Dijo mientras se incorporaba- Tiene un graffiti de un demonio junto a la puerta de la vía.

Lorenzo se acercó para asestarle otro latigazo con la cadena pero yo le detuve. El pobre diablo ya había tenido suficiente por un día y seguro que tendría una seria charla con sus hermanos. Rocco correteaba con la cabeza gacha calle abajo cuando nos percatamos de un par de policías de uniforme que se acercaban en un scooter todoterreno.

-Un segundo.- Pidió Lorenzo mientras recogía algo del suelo y me lanzaba para que lo cogiera al vuelo- De chocolate y curry, como a ti te gustan.

Salimos corriendo por un callejón y saltamos unos cuantos patios entre tiestos y basura. Dar esquinazo a un par de polis solitarios es relativamente fácil, al turno de día no les pagan por horas extras ni por correr, y la mayoría de los del turno de noche van sin uniforme y se dedican a otras cosas aparte de los pequeños rateros. Somos afortunados y los polis del scooter son del turno diurno.

Nos dirigimos al este de la 211th, a la enorme zona industrial medio abandonada de los ferrocarriles. Abro el helado de curry y chocolate y le doy un buen bocado.

Dulce y picante. Mi favorito.

jueves, 22 de noviembre de 2007

No a la tortura... nunca.

Amnistía Internacional lanza una nueva campaña de concienciación. Esta vez va a por lo duro, a por lo real. El vídeo que veremos a continuación es un performance real, se trata de un bailarín profesional, y en buena forma, que es sometido a lo que es llamado en la CIA como "postura de estrés". Básicamente una técnica de interrogatorio que somete al cuerpo de la víctima a una tensión en las extremidades y la musculatura que en menos seis minutos produce espasmos, calambres, dolores musculares, y desorientación.

Advierto que el vídeo es bastante fuerte.



Se mire por donde se mire, la tortura es algo que ha de desaparecer ya, es un atentado contra los derechos humanos y un insulto a la democracia. El que algunos países autodenominados "vigilantes de la libertad" como Estados Unidos o Inglaterra usen estas técnicas es una autentica aberración. No hay justicia si quien la imparte no actúa de acuerdo a esta.

Vivimos en un mundo paradójico. Estados Unidos usa la tortura y el secuestro en pos de la democracia, pero España no se queda menos lejos, firma el tratado contra el uso de minas antipersona pero es uno de los principales fabricantes de estas.

Solo poniendo todos nuestro grano de arena y alzando la voz podremos cambiar algo. Mirar para otro lado es dejar que esto nos pueda pasar a nosotros.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut 2! (1)

Capitulo primero:

-INWOOD-

Vermilyea, si señor, esa es mi calle. En la que me he criado, en la que he vivido toda mi vida. No es que sea una calle especialmente bonita o pintoresca, y supongo que para algún turista de fuera de la isla le parecería “étnica” y “llena de personalidad”, a mi me parece deplorablemente atrasada y llena de mierda. Para mi es algo más como “verminyea”, ratas y gente de mal ver. Escoria agresiva e insensata sumida en el primitivismo de las bandas. El tipo de persona con la que no quieres cruzarte por la noche. Personas con pintas raras, armaduras y cadenas. Gente como Lorenzo. Gente como yo.

Comprendo perfectamente la leyenda negra que se ha fraguando entorno a nuestra exitosa banda. Somos duros, fuertes, temerarios y valientes, pero también impulsivos, irracionales, pendencieros y bastante excesivos a la hora de celebrar fiestas o dirimir disputas.

Si señor. Somos SkinBorgs.

Pero debajo de las armaduras, las pinturas de guerra y la fachada de tipo duro hay gente normal, algo asustada y reaccionaria, pero al fin y al cabo gente que de ser retirada de este ambiente tan malsano se comportaría como cualquier hijo de vecino.

Como Lorenzo. Como yo.

Lorenzo no es un mal tipo. No se pasa todo el día pensando en chicas y bebiendo. Solo parte de él. Cuando está centrado, es el remanso de paz que necesito en este feudo de violencia, y cuando se excita es el acicate para seguir a delante. Lorenzo y yo nos hemos corrido grandes juergas los dos juntos, desde chicos hemos sido como uña y carne, y ahora que rozamos la veintena podemos presumir de ser colegas del alma y conocernos mejor que nuestros propios padres a nosotros. Aunque a estos les diera más bien igual lo que hiciéramos.

Nos apuntamos a la banda de los SkinBorg por pura inercia. Cuando eres joven eres impresionable, y un SkinBorg con su piel sintética, su armadura y sus pinturas fluorescentes es impresionante. Ganan más dinero, tienen más chicas y se lo pasan mejor que nadie en el barrio. Que nos uniéramos a ellos era pura cuestión de tiempo. Tampoco es que hubiera nada mejor que hacer en el barrio. O eso o te dedicabas a las drogas, pero ya había visto mucha gente con la vida arruinada por el Traze, el GodKiller o las anfetas.

Inwood no es un mal sitio. Solo está un poco abandonado de la mano de dios. Y si no fuera por los almacenes y las factorías esto no sería más que un barrio fantasma al norte de Manhattan. Son humildes la mayor parte de la gente aquí. Por eso supongo que los SkinBorg somos tan floridos y fastuosos, para destacar, para hacer notar que estamos aquí. Tal vez nuestras vidas no valgan una mierda para el resto de los habitantes de esta podrida isla, pero no nos pensamos ir sin hacer algo de ruido y montar una buena bulla.

-Estamos jodidos.- Eructó Lorenzo- Mucho.

-Nadie dice que tengamos que hacerlo mañana.-Añadí sin demasiada confianza- Seguro que si se lo explicamos…

-Nos dan una paliza…

-Bueno, si, paliza nos vamos a llevar, la cuestión es cómo.

Estábamos jodidos. Aunque nos considerábamos SkinBorgs no seríamos reconocidos como miembros de la banda de pleno derecho hasta pasar su pequeña ceremonia iniciática. Una pelea entre seis miembros de la banda y el aspirante sin ningún tipo de restricciones ni miramientos. Cualquier persona en su sano juicio consideraría una barbaridad tal cosa pero lleva haciéndose desde tiempos inmemoriales, un rito de paso a la edad adulta, por así decirlo.

Lorenzo se levantó y comenzó a deambular por la azotea como un león enjaulado. Las tomas de aire acondicionado y los viejos respiraderos metálicos jalonaban la azotea del edificio de apartamentos en la que nos solíamos reunir los dos desde los doce años. Poco había cambiado, aparte de las pintadas que con manos inexpertas habíamos impreso en las paredes y un sucio palomar abandonado instalado por un vecino hacía un par de años, el resto estaba tal como lo recordaba el primer día que subí aquí en busca de un niño lloroso con la cara amoratada que había crecido hasta convertirse en Lorenzo.

Su padre le había propinado una paliza que le dejaría secuelas para toda su vida, más por dentro que por fuera, y había huido a la cima de su mundo en busca de soledad y sosiego fuera de los gritos y la rabia.

Ahora se encontraba igualmente angustiado. Aterrado. Durante semanas prácticamente habíamos acosado a los Borgs de la zona una y otra vez pidiéndoles entrar en la banda. Al final accedieron, no sin darnos unas collejas y patadas de regalo, y nos dijeron que en una semana celebrarían una “fiesta” para probar unos cuantos aspirantes.

-Llevad toda la armadura y protección que podáis, como mínimo una “piel”, porque no nos vamos a cortar absolutamente nada, si sobrevivís- Añadió- Si sobrevivís seréis bienvenidos. No faltéis u yo mismo os hundiré la cabeza dentro de vuestro puñetero torso.

Lo malo es que mañana es la “fiesta” y ni Lorenzo ni yo tenemos una “piel” en condiciones. Nos habíamos agenciado cascos de seguridad, máscaras de ski (muy populares como armadura facial), e incluso algo de material deportivo de protección. Pero nada de pieles.

A los SkinBorgs les viene el nombre de que todos llevan pieles (skins) sintéticas de nanotubos de carbono trenzados. Prendas que se ajustan como una segunda piel al portador a la vez que es prácticamente inmune a cortes y pinchazos, incluso balas.

-Si no conseguimos de aquí a mañana una “piel” estamos muertos.-Sollozó Lorenzo.

-Tranquilo, ya se nos ocurrirá algo.- Le di un buche a la cerveza- Dios aprieta pero no ahoga. Y si no siempre podemos vender todo lo que tememos y meternos a monjes.- Añadí señalando a la sombría mole del Cloisters.

Lorenzo y yo nos reímos con ganas ante una perspectiva de celibato y rezo perpetuo.

De repente un ruido sordo, una explosión atenuada por la distancia y los edificios llegó hasta nosotros.

Lorenzo se acercó a la barandilla y miró a la calle. A pesar de que no se había ocultado el sol completamente las farolas ya debían estar encendidas, las ventanas y las puertas de los vecinos de la calle se abrían para mostrar rostros indignados o confusos.

Un apagón.

-Jay. La suerte nos sonríe. No se si pasado mañana estaremos vivos, pero se que esta es una oportunidad de oro para liarla a lo bestia.

Tiré la lata por encima de la barandilla y agarré una tubería de metal. La sopesé. Vendrá bien.

Pasado mañana seré un dios de la calle o estaré muerto.

Todo o nada.

viernes, 9 de noviembre de 2007

De esto es de lo que hablamos

miércoles, 17 de octubre de 2007

Mapas del mundo

Para ir empezando un poco hoy empezaremos con un interesante gráfico animado en flash. Se trata de la historia de las grandes religiones resumidas en 90 segundos en un mapa mundial.



Interesante cuanto menos.

Este mapa ha sido extraído (con permiso) de Maps of War, un sitio web dedicado a compilar mapas multimedia de interés y actualidad. Por cierto, parece que España es el segundo receptor de inmigrantes a nivel mundial, un dato muy interesante, como el que en Qatar el 78,34% de la población es extranjera y el 71,44 en los Emiratos Arabes Unidos.

Da que pensar.

Paz.

jueves, 4 de octubre de 2007

El mundo en miniatura

Celebrando que ya puedo volver a escribir en condiciones os regalo un momento de reflexión antes de continuar con "BlackOut!".

¿Cómo sería el mundo si solo fuéramos 100 personas? Una forma fácil y simple de sintetizar centenares de páginas de estadísticas ( que son por naturaleza asépticas) para revelar una verdad bastante espeluznante.



Y recordad que somos una de esas 3 personas...

lunes, 10 de septiembre de 2007

Retrasos

Es que soy un pupas.

Me he roto un antebrazo y como ustedes comprenderán, no es la mejor situación para escribir en digno teclado. Soy de la vieja escuela y tecleo cual poseso a dos manos y sin mirar, por lo que regresar al tecleo de "a dedo" es algo más que una tortura.

A cuento de todo un poco les dejo con la web de un libro de Naomi Klein que pinta tremendamente interesante:

The Shock Doctrine

También encontrarán un mini documental sobre lo que conlleva una crisis y como son utilizadas para recortar libertades y manipular al personal en general. En español en octubre.

El documental es de Alfonso Cuarón, con el que podemos deleitarnos en la magnífica película "Hijos de los Hombres", imperdible su edición especial con entrevistas y un documental muy en la línea.

lunes, 6 de agosto de 2007

Vacaciones de Muerte

Como se habrán percatado he reducido drasticamente el número de artículos en el blog.

Más que nada estoy cogiendo fuerzas para cargar de nuevo con "BlackOut!", tanto la nueva parte como una edición revisada y ampliada de la anterior a petición de Masashi-san, con el que también tengo un blog, aunque más gamberro y menos serio.

Pero bueno, que sea verano no quiere decir que no sea combativo y tal, así que os dejo con esta cuanto menos curiosa noticia aparecida en El País:

Estados unidos ignora el paradero de más de la mitad de los Kalashnikov y pistolas cedidos a Irak

Y otra con la que conectar puntos:

Rice cierra acuerdos multimillonarios en ventas de armas en Oriente Proximo

Y para terminar os recomiendo que veáis un par de buenas películas con contenido:

Syriana
El Señor de la Guerra
Superavit y aqui para verla
Diamantes de Sangre

También os dejo con el magnífico sistema de Organic Rules Component para que lo utilicéis en vuestras simulaciones y escenarios de rol realistas. Mientras la versión completa del Modern ORC en español va en camino podéis haceros una idea con la versión "vanilla" del ORC original, traducida por el menda.

Bon apetit!

viernes, 20 de julio de 2007

CENSURA EN ESPAÑA

Este artículo ya lo he publicado en el blog de 1d100 Cartas de Kozakura, pero lo reproduzco aqui también por pura indignación:

Vergonzoso señores y señoras. A estas alturas es vergonzoso. Leo indigando en El Pais lo siguiente:

“El juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo ha ordenado, a petición de la Fiscalía General del Estado, retirar de los quioscos y prohibir la difusión del último número de la revista satírica El Jueves por un supuesto delito de injurias a La Corona. La portada de su último número -en la calle desde el miércoles, con una tirada de 120.000 ejemplares distribuidos en 5.000 puntos de venta- representa una caricatura de los Príncipes de Asturias en una postura sexual explícita.”

Haylamadrequemeparió!

Toma Toma!

Vergonzoso señores y señoras, que en una democracia del siglo XX se de de nuevo un caso de Caricaturas de Mahoma pero en cercano. Vergonzoso lo digo por lo del juez. Por lo de los mojigatos salvapatrias que dicen que no se puede criticar a alguien al que se le pagan millones de euros de nuestros impuestos para mover las pelotas al ritmo del relax, para alguien que solo sirve para presidir cenas oficiales y desfiles de las fuerzas armadas. Manda Huevos.

Larry Flynt ya demostró que la sátira y el humor es parte esencial de la libertad de prensa y la libertad de expresión en los tribunales norteamericanos.

¿Es ESPAÑA, TIERRA DE LA LIBERTAD MIL VECES MÁS HUMANA Y LIBERAL QUE AMERICA* menos que aquel país de sillas eléctricas y menores en cámaras de gas**?

¡Vergüenza revería de darnos! Vergüenza por permitir que unos soplagaitas hereditarios dicten que no se puede hacer chiste de ellos. Vergüenza porque una monarquía no pega en un estado democrático ni de lejos. Vergüenza por no reconocer que a esta gente le gusta vivir del cuento y la falacia. Vergüenza por dejar censuren lo que le salga de los COJONES.

¡VIVA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN! ¡VIVA EL HUMOR!¡VIVA EL JUEVES!

Os rasgasteis las vestiduras con las viñetas de Mahoma y ahora os las comeréis todas enteritas hipócritas de mierda.

A todos los humoristas de “El Jueves”: ¡ADELANTE MACHOTES! ¡NADIE NOS QUITARÁ LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN!

Yo apoyo al Jueves

Ya me han calentado los putos cascos…

* O eso dicen

**Mucho respeto por la democracia más duradera del mundo, pero es que tenía que poner un ejemplo del que tirara mucho la gente aqui. PAZ HERMANOS.

domingo, 15 de julio de 2007

Primera parte al completo!

Amigos y amigas!

Por fín la primera parte de "BlackOut!" en PDF para el disfrute en condiciones de las sordidas calles de Nueva York en el 2080.





¡Que lo disfruten tanto como yo!

Pronto artículos sobre el sistema ORC ( Organic Rules Components) con ejemplos de personajes, nuevas reglas y avances de la tan esperada traducción del manual ORC.

No olviden de visitar:

www.vajraenterprises.com
www.masashi-san.com

www.ashen-victor.deviantart.com

viernes, 13 de julio de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut! (10)

Bueno.

Supongo que este es el fin. Todo está oscuro, no siento mi cuerpo, no tengo conciencia de nada exterior a mí. Si esto es la muerte entonces he experimentado pequeñas muertes todos los días de mi vida al irme a dormir. Supongo que será el mecanismo del cuerpo humano para hacer más placentero el paso de estar animado a inanimado y no hagamos demasiado ruido. En el momento del óbito el cerebro manda numerosas señales a diversos disparadores neurales que desencadenan una reacción química que libera enormes cantidades de serotonina induciendo al dueño del susodicho cerebro por fenecer a experimentar un placer o, por lo menos, alivio, en el momento clave del final de su vida.

Hay que ver lo que aprende uno con tanto estudio… a ser consciente de su propia muerte en base al estado en el que se autoanaliza el cerebro. Pero me pregunto si eso es posible. Es decir, si estoy muriendo en estos momentos tendría que estar teniendo visiones de mi vida corriendo frente a mis ojos, o ver la luz al final del túnel, o la cosa que se supone ha de ocurrirme a mí en particular. Incluso si se supone que estoy muriendo mi cerebro tendría que estar tan plagado de serotonina que no podría hacer un autoanalisis en condiciones.

Los fenómenos psíquicos son otra opción. ¿Nada de visiones? ¿Nada de experiencias fuera del cuerpo recreadas por los datos obtenidos antes de la muerte? Por lo que sé, ese tipo de experiencias son el vivo reflejo de que nuestro cerebro recoge muchísima más información de la que normalmente nos percatamos, en un momento de actividad sináptica intensa recreamos la habitación o el edificio donde nos encontramos, o un sitio que conocemos particularmente bien, con todo detalle, con actores plausibles y hasta ciertas pautas de interactividad, como en un juego o película de Realidad Virtual. El cerebro es una máquina, un ordenador, complejo y con muchas más funciones de lo que siempre nos hemos imaginado.

Cuando eres pequeño, un bebé de pocos meses, el cerebro es capaz de hacer cosas increíbles. Un bebé puede perder una increíble cantidad de masa encefálica sin perder apenas facultades mentales. ¡Incluso se puede vivir con medio cerebro! Lo único, que no es poco, que hacen es replantearse las rutas de funcionamiento de las neuronas. Si en un cerebro completo para que una idea se convierta en acción ha de pasar de A a B para llegar a C, el cerebro de un infante es capaz de recablearlo todo para que, a falta de B, A llegue a C por R, S y T. Increíble. No me extraña que en Europa ya tengan incluso academias bien serias sobre neurología psíquica.

Pero esto no quita que me esté muriendo. ¿O estoy en coma? ¿Esto es estar en coma, estar dormido sin estarlo? No, estar en coma es solo tener activa las funciones vitales del cerebro funcionando, y las de la personalidad a cero de rendimiento. Esto parece ser todo lo contrario, siento mi mente al ciento por ciento pero no mi cuerpo. Me he disociado.

Podría ser peor. Podría haber calderos y demonios con tridentes. Que tonterías pienso, si no siquiera creo en ninguna religión en particular. Tal vez haber tenido fe en alguna religión en concreto me habría ayudado a tener una experiencia cercana a la muerte más clara, no esto, estar estancado en una oscuridad autista.

Siempre pensando en ti mismo. Piensa en los demás por una vez en tu vida.

¡Yo no he pensado eso! ¿Quién eres? ¿Dónde estas?

Si que lo has pensado Roy, siempre lo has pensado. Lo hemos pensado. Lo que ocurre es que nunca has parado de plantearte supuestos absurdos o de mantener tu mente ocupada con tediosas tareas. No te callabas, por lo cual no te podías escuchar a ti, a mí, mismo. Siempre pensando en ti o tus cosas. Nunca en los demás. ¿Nunca te has planteado que es lo que espera el resto de la humanidad que hagas por ella? No, no lo has hecho pues siempre has pensado en ella como un mero medio de subsistencia. Dadme comida y alojamiento, dejadme ser feliz y que os den morcilla. No mi querido Roger Aston, el mundo no es así. El mundo esta lleno de gente, personas, cada una con sus propios problemas y sus propias aspiraciones. ¿A qué aspiras? ¿A estar solo y tranquilo? Bien, porque ahora lo tienes.

No, no era eso lo que quería. Yo no quiero estar solo.

Y sin embargo abandonas a la primera de cambio, no tienes amigos, ignoras a tus vecinos, incluso a esa señora tan amable que te daba consejos, ignoras los problemas de la poca gente que se preocupa por ti. Te enteras que en las calles de tu barrio se van a pelear dos bandas y sales corriendo con el rabo entre las piernas ¡Inaudito! Eres una vergüenza. En tu calle vive más gente a parte de ti, hay familias, negocios, esperanzas e ideales, gente que depende la una de la otra para tejer una comunidad. Y no me puedes venir con la cantinela de que la gente prefiera pasarse el día encerrada en su cuchitril enchufada a sus particulares mundos de RV, tú no has llamado a sus puertas ni les has pedido colaboración ninguna. Has dejado a la comunidad que te acoge abandonada, incluso si realmente las dos personas con las que más contacto tenías fueran el Sr. Rashid y la Sra. Schultz, algo les debes ya.

Rechazas todo conflicto y corres lo más lejos de él, y claro, cuando has tenido que enfrentarte con algo medianamente importante vas y pierdes los papeles.

¡No perdí los papeles, me atacó!

Le estabas dando con el haz de luz en los ojos, no te podía ver con claridad, y tú balbuceando como un demente, no es de extrañar que te terminara atacando, lo que estaba era aterrada, no le habías dejado escapatoria.

Soy una persona horrible, me merezco morir.

Ahora no me vengas con esa, que no estas muerto todavía, lo que has de comprender es que el mundo es más complejo que el propio yo. Sal de tu cáscara e interactúa con todos. No todo el mundo será agradable, claro está, pero creo que aprenderemos mucho más que mirando una pantalla o con un programa mental. Todavía nos queda mucho por descubrir. Nadie nos ha ayudado porque tampoco tú has puesto nada de tu parte. Esta lleno de dolor, eso sí, pero ¿no sería un sitio mucho mejor si todos nos ayudáramos un poco? El mundo es maravilloso Aston ¿No te has dado cuenta?

¿Quién eres?

Soy quien tú querrías ser. Quien siempre has sido pero nunca te has permitido ser. Quién serás cuando este oscuro encierro termine. Tú y yo somos la misma persona vista desde dos ángulos diferentes. ¿Seguimos teniendo miedo?

No tengo miedo. Ahora lo comprendo todo, me he estado preocupando de cosas estúpidas mientras me dejaba asfixiar por la rutina, me he dejado llevar por el pánico del animal que ve por primera vez el bosque después de veinte años viviendo en una jaula. Pero ahora comprendo que de lo único que tengo que tener miedo es de volver a hacer lo mismo de siempre. Todo está claro. Ahora puedo morir.

Pero no pienso morir, todavía quiero darle las gracias a aquellos que me han ayudado y ayudar a los que me lo pidieron y los ignoré ¡No voy a morir! ¡VOY A VIVIR!


Aston siguió yaciendo en el agujero hasta que un perro lo encontró y empezó a ladrar. El destornillador no había atravesado, por fortuna, ningún órgano vital. Cuando lo subieron había perdido mucha sangre y estaba delirando. Le inyectaron muchas medicinas diferentes, le cosieron las heridas y le entablillaron los miembros dislocados.

El hombre que le atendió no le dio muchas esperanzas. La mayoría de las heridas no eran necesariamente mortales, pero había visto envenenamientos similares y sabía que no iba a ser tan fácil. “Solo es cuestión de esperar y de que ponga algo de voluntad por su parte”.

Durmió.

Y cuando despertó era otra persona nueva.

Sonrió y se preguntó que podía hacer para devolverle el favor de una segunda oportunidad al mundo, en cómo hacer las cosas un poco mejor.


__________________________FIN DE LA PRIMERA PARTE

martes, 10 de julio de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut! (9)

Cuando se levantó Aston no se molestar en fijarse cuanto tiempo había pasado, ahora mismo se encontraba a la intemperie, calado hasta los huesos, con cálida y espesa sangre resbalándole por la palma de la mano y ningún refugio donde rostros conocidos le recibieran. A decir verdad, poco le empezaba a importar ya todo esto. La guerra de bandas, los policías corruptos, la amenaza terrorista, los saqueadores y secuestradores, hasta el mítico Colin de los desvaríos del demente anciano se situaba ya en un nivel de preocupación muy inferior que su propio futuro personal. ¿Cómo pretendía seguir estudiando en condiciones sin un sitio seco y cómodo? Sin pensárselo dos veces entró en el ennegrecido edificio de apartamentos.

Entró en el hall del edificio que inmediatamente le libró de la mayor parte de la lluvia, si bien ahora tendría que preocuparse más por no tropezar con nada o clavarse algún metal o plancha plástica desprendida durante la cremación. Oscuro como la boca de un lobo Aston se vio forzado a rebuscar entre sus pertenencias, con cuidado de no utilizar la mano herida, para sacar una pequeña linterna operada por baterías cinéticas. La agitó como si fuera un bote de spray e inmediatamente comenzó a emitir un chorro de luz pequeño pero más que suficiente para empezar a moverse. Se colocó las infogafas en la solapa del chubasquero, el cual se había abierto y dejado caer la capucha, ambos objetos ahora mismo le servían de poco allí dentro.

No se sorprendió demasiado al ver que alguien ya se había encargado de limpiar un poco el pasillo y las escaleras, aunque más que nada simplemente se había apartado la basura y los obstáculos hacia las paredes o esquinas. La mayoría de las paredes no parecían estar directamente afectadas por el fuego, solo negras por el humo, y debajo del hollín se podía ver, con un poco de imaginación y rascando un poco, el anterior papel pintado y los graffiti de rigor proclamando tal pasillo o escalera propiedad de tal o cual. Aston guardaba la ilusoria esperanza de que por algún misterioso milagro el apartamento en particular de su tía se encontrara en perfectas condiciones, iluminado y agradable. Incluso con un pastel de moras esperando recién sacado del horno. A Aston le encantaba el pastel de moras y crema, ligeramente ácido y no muy dulce, con la corteza crujiente. Sin embargo el persistente olor a quemado y la razón le llevaron de nuevo a la cruda realidad.

Se encontraba ya en el cuarto piso, frente al apartamento 4D. Efectivamente el apartamento no se había salvado milagrosamente, ni había un pastel esperando en el horno. Pero si había alguien para recibirle.

La figura estaba agachada entre los escombros de lo que fuera la cocina en cuclillas apartando cascotes, pues parte del techo se había derrumbado. En una mano llevaba un recipiente de cafetera medio lleno de lo que parecía ser barro, el resto del cuerpo era irreconocible bajo la capa con capucha y la bufanda que le tapaba la cara.

Cuando el desconocido se dio cuenta de la presencia de Aston se incorporó y sacó un cuchillo del cinturón mientras metía el recipiente de cafetera entre los pliegues de la capa. Levantó el cuchillo a la altura de los ojos con el brazo bien estirado.

-¡Si te corto es estas muerto tío! No te muevas ni un paso. – La voz sonaba joven, más que Aston. A este le pareció la voz de un adolescente o tal vez una mujer joven.- Si quieres una parte tendrás que contribuir con algo o sacarlo de otro sitio.

La situación le pareció confusa a Aston, todavía se encontraba en estado de shock por el frío y el dolor de la mano, sin contar con las rodillas que de nuevo le dolían. No sabía ni entendía que le estaba hablando ese individuo, y solo comprendía que quería que se fuera del apartamento que por derecho propio pensaba que se le debía. Dio unos pasos y entró en el apartamento completamente. No paraba de iluminar a la cara del extraño con la linterna mientras balbuceaba excusas y disculpas que se le venían a la mente.

-Disculpe señor, o señora, asaltante pero es que resulta que lo he pasado bastante mal y solo quiero quedarme aquí un rato. Es el apartamento de un conocido. Bueno, en realidad no. Solo es que tenía que venir aquí. No se que quiere pero no creo que sea lo mismo que yo. Es que lo he pasado bastante mal ¿Sabe? ¿Ocurre algo malo? No creo que…

El desconocido reaccionó al a acercamiento de Aston lanzándosele encima con el cuchillo por delante. Los dos tropezaron y cayeron al suelo. Algo se partió, el recipiente de la cafetera con toda seguridad, y un tosco abrupto le acompaño. Aston se golpeó contra un mueble al caer que desparramó cacharros por todo el suelo libre de escombros. El desconocido tiró de la capa que aprisionaba Aston e inició la huida. Aston prefirió quedarse en el suelo esperando y no iniciar ningún tipo de persecución. Ya había tenido bastantes sobresaltos ese día como para buscar una pelea el solo por un piso vacío y quemado.

Para colmo le había hecho un corte feo en el hombro derecho. Se lo iluminó bien y forzó el cuello para verlo en condiciones. Efectivamente era aparatoso, le había cortado haciéndole una herida larga aunque no muy profunda. No había afectado al hueso ni a la musculatura en general. Lo más que sentía era un escozor que le recordaba a cuando se ponía sal en las llagas de la boca.

Había oído que algunas bandas del sur de Manhattan empuñaban hojas envenenadas para matar a sus contrincantes con el mínimo roce, o por lo menos que les dejaban ciegos o subnormales. Se quitó la idea de la cabeza. ¿Cómo iba a tener un desarrapado como ese ningún veneno mortífero? El veneno es cosa de asesinos con clase o gente con mucho dinero, no de pordioseros saqueadores o patanes con capa. La idea volvió a su mente y se volvió a examinar la herida con más cuidado. En los bordes de esta había pegados grumos de una pasta negra, que se los quitó con algo de agua de lluvia y mucho cuidado.

No, esto es solo suciedad, ese puñetero ratero estaba agachado en el barro y ceniza de la cocina, es normal que sea suciedad. ¿Quién en su sano juicio llevaría un cuchillo envenenado para ir a buscar basura?

De repente a Aston le empezó a doler la cabeza.

-¡Serás hija de puta! ¡Me cago en tu puta madre! ¡ESTÁBA ENVENENADO!

Aston se incorporó de golpe y se mareó un poco. Tambaleándose empezó a bajar por las escaleras, por donde suponía el desconocido había huido. En su mente se empezaron a formar extrañas ideas. Se propuso atrapar al individuo y exigirle disculpas por envenenarle en tan tremendas circunstancias. Sus pasos se tornaba ora rígidos ora lánguidos cual serpiente. Cuando atrapara al tipo, se decía, le contaría la historia de su vida para ver cuan equivocado estaba. Cuando estaba ya en la planta baja se estaba proponiendo partirle la cabeza y gritarle cuan frustrado estaba.

Aston se paró en la puerta del edificio. Con la lluvia azotándole la cara era consciente de que estaba empezando a delirar y perder el control. Los músculos de la cara se le habían contraído en una sonrisa torcida y dolorosa y respiraba trabajosamente. Empezaba a ver destellos de color frente a sus ojos y el suelo comenzaba a tambalearse. Empezaba a perder el control como una persona somnolienta pierde la noción del paso de la realidad al sueño, y Aston era plenamente consciente de ello.

Empezó a andar a paso ligero por la calle, no sabía exactamente en que dirección, era todo confuso y raro. A veces no veía nada, otras le parecía todo muy claro y colorido, con formas imposibles y gentes que lo miraban desde las nubes. Se encontraba mareado y fatigado. No sentía ya la boca y la saliva comenzaba a resbalarle por la comisura de los labios.

-¡CABRONEEEEEEEES!- Consiguió gritar de forma coherente.

Era consciente de que estaba hablando a gritos con las misteriosas figuras multicolores que le miraban entre las nubes. Esos bastardos se reían de su situación y le señalaban mientras que a él le pasaban cosas de lo más horribles. Algunas se acercaban a ras de suelo en ángulos imposibles y le señalaban a la cara “¿Que te ocurre Roger? ¿Te ocurre algo malo? No me digas mas, te has meado en los pantalones eso es ¿No?”. Aston respondió atacándolas con lo que pudo agarrar a primera vista. Era consciente de que se estaba haciendo mucho daño en ambas manos ¿Qué había agarrado? Usó el palo contra las figuras burlonas, que le esquivaban y seguían riéndose de él. Estas empezaron a contraatacar y sus burlas se convirtieron en amenazas y acusaciones.

Estoy delirando, joder. Que alguien me ayude. Estos tipos me quieren matar. Voy a morir aquí en medio sin ni siquiera saber que puñetas me esta pasando. ¿Por qué no dejan de reírse? Siempre por encima de los demás. Siempre abandonándome. Siempre rechazándome por misteriosas razones. Pero esta vez vais a pagar. ¡Habéis bajado y me las vais a pagas!

-¡Hijos de puta os voy a matar a todos! ¡CABRONEEEEEEEEEEES!

De repente el mundo se volvió claro y dolorosamente cercano.

Se encontraba tirado en un drenaje de agua o alguna conducción de alcantarillado grande, estaba sobre unos escombros, sobre los que seguramente había caído por el ancho agujero que había sobre él. Por este entraba la luz del amanecer ¿Cuánto tiempo había pasado delirando? Sentía todo el cuerpo dolorido, con ganas de vomitar y una presión insoportable en el pecho. A duras penas pudo mover la cabeza y verlo.

El mango de un destornillador sobresalía de su pecho a la altura del corazón.

-Mierda… -Alcanzó a decir antes de perder la conciencia de nuevo.

domingo, 1 de julio de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut! (8)

Capitulo Tercero:

-POISON-

Corrió escaleras arriba en cuanto las puertas automáticas le dejaron pasar, dejó atrás en la estación un río de sintecho acurrucándose entre cartones y mantas viejas, pasó un par de trabajadores industriales con monos y salió a la calle, donde la lluvia le golpeó dejándolo sin respiración.

Después del calor, el olor y el estrés del metro solo buscaba una bocanada de aire fresco y reconfortante, algo de aire que expulsara sus fantasmas personales. Por poco se asfixia, la lluvia caía fuerte, como un ejército de balas disparadas desde el negro cielo, el agua se le metió por ojos, nariz, boca y oídos, no la esperaba y esta le cegó y confundió durante unos instantes en los que sus ropas quedaron empapadas. No estaba acostumbrado a la lluvia, solo a ver llover a través de la ventana, a que se mojara la gente que andaba por la calle. Tras a conmoción retrocedió hasta la luminosa protección de la estación. Allí abrió la bolsa y sacó un chubasquero plegable de color gris. Llevaba el logotipo en forma de pirámide escalonada verde lima de Zigurat Corporation, una de las muchas empresas que le habían rechazado y había tenido por lo menos el detalle de regalarle una prenda barata por todo el esfuerzo invertido.

Por lo menos no llama la atención demasiado - pensó Aston consolándose con algo de humor.- Espero que valgas los seis meses de estudio…

Salió decidido y con paso firme a la calle. Las infogafas informaron a Aston que su destino se encontraba varias manzanas al sureste. Se caló bien la capucha y emprendió la marcha por las oscuras calles del centro de Manhattan.

Había subestimado la lluvia. Al salir del metro le había parecido molesta, nada más, pero el constante golpeteo de gotas de lluvia sobre el chubasquero había conseguido empaparle a base de colarse el líquido elemento entre junturas y cierres. Cuando salió le parecía una buena temperatura, pero al cabo de un rato, dentro de la ropa, estaba asándose, sudoroso por no poder transpirar bien. En las calles no hacía nada de calor, solo la lluvia fuerte e incesante y un desagradable viento que aparecía de vez en cuando al doblar una esquina llevándose consigo basura y papeles y empapándole los pantalones y las chanclas.

No veía prácticamente nada, el corte de luz había dejado a oscuras a todo Manhattan, y la gente decente ya se habría echado a dormir apagando las valiosas velas o luces de emergencia. El agua que resbalaba por las gafas tampoco ayudaba mucho. Ajustó el contraste de información y sobre la superficie de estas de proyectó, a parte de la ruta hasta el apartamento, el nombre de cada calle y el contorno aproximado de los edificios según el GPS. Contempló un paisaje, a levantar la cabeza, de edificios de muchas y pocas plantas, una jungla de líneas naranjas proyectadas sobre la noche.

En la 7th Este pasó por al lado de lo que parecía ser una vieja iglesia, ortodoxa o griega, dentro parecía haber luz pero los gritos y gruñidos enfadados que surgían del interior acabaron con las ganas de Aston de buscar un sitio iluminado y seguro donde recuperar el aliento.

No estoy de humor para locos o mendigos. Ni creo que ellos estén de humor para mí. Cuando llegue al apartamento me tomaré una buena ducha y dormiré, si, dormiré mucho, hasta que toda esta pesadilla halla pasado. Nada dura para siempre, siempre alguien viene a arreglarlo. Así es como funcionan las cosas. De un momento a otro podrían encenderse de nuevo las luces de la calle, seguro que con la luz la lluvia amaina. Seguro.

Las luces no se encendieron por mucho que lo deseó Aston, y la lluvia en vez de amainar parecía hacerse más pesada y fría. Para horror de Aston estaba empezando a caer aguanieve. La bolsa seguía ahí, pero ahora parecía pesar una tonelada.

El cuchillo también estaba ahí.

Las calles por las que las infogafas le guiaban eran anchas y apenas si ofrecían obstáculos, unas cajas de plástico desperdigadas por aquí, un barril lleno de basura por allá y algún que otro árbol o arbusto que se había abierto paso a través del desquebrajado asfalto. Cuando comenzó a tronar Aston se echó a un lado y miró el cielo. Los relámpagos trazaban efímeros caminos de luz entre los enormes bloques de nubes, otras se ramificaban como venas en un cuerpo descomunal. Parecían negarse a caer al suelo, parecía que ni siquiera se dignarían en tocar la ruinosa isla, cuando de repente calló en lo alto de una gran factoría. Saltaron chispas de las altas chimeneas y el mundo crujió a su alrededor cuando el vacío creado por el rayo se derrumbó sobre si mismo en un estruendoso y ensordecedor trueno.

Aston calló al suelo por la impresión más que por el impacto. En su retina se había quedado grabada la imagen del impacto como un borrón blanco. Alguien en la otra acera rió a carcajadas.

-¡Ja ja ja ja ja ja!

Aston no podía verlo con claridad, pero entrecerrando los ojos creyó distinguir una forma humana agazapada con un cigarrillo encendido o un puro en la boca.

- ¡Mírate chiquillo! ¡Solo es el poderoso Zeus que quiere prender fuego a esta ciudad de perfidia y maldad!- La voz aguardentosa y quebrada acusaba a Aston, o eso le parecía a él, a la vez de que parecía pedir clemencia.- Nadie se da cuenta pero está ahí… si si si ¡SI! Él está en todos lados porque él también es un dios. Oh, Dios mío, Buda, Alá, Señor Presidente, líbranos de los que nos quieren corromper en vida, líbranos del hijo del diablo que se transforma y nos quiere corromper con sus falsas apariencias.

Entre las sombras del portal de un edificio de ladrillo medio derruido se acurrucaba en una esquina lo que parecía se un anciano harapiento. Había dejado caer los cartones que le ocultaban y un pequeño fuego en una lata lo iluminó desde abajo. En una mano llevaba lo que parecía ser una botella de licor, el la otra un trozo de cristal de aspecto peligroso.

-Te llevaste a mi hijo y quieres volver para llevárseme a mí, ¿no? Pero no vas a poder conmigo, fui… SOY médico todavía, y sé muy bien que si me jodo el cerebro antes de que me cojas no podrás conmigo, no, no, no…- El hombre estaba delirando, se tambaleaba de un sitio a otro como un muñecajo. Al llegar a la acera señaló a Aston.- Tu me lo arrebataste, pero yo lo puedo recuperar. Sigo siendo fuerte y tu no eres más que un demonio… ¡De mierda!

Aston miró a su alrededor, la calle estaba oscura y el viejo de aspecto amenazador se le estaba acercando con un trozo de cristal que cada vez parecía más grande. De repente recordó el cuchillo de la bolsa. Tanteando con prisa encontró la cremallera empapada en agua, la abrió tan fuerte que casi le arrancó la hebilla y metió la mano. Sintió algo cálido y un calambre de cegador calor que ascendía de la palma de su mano hasta el codo.

-¡JODER!

Con las prisas se había cortado la mano izquierda al ir a coger el cuchillo. La sacó con cuidado para no terminar de rebanarse la palma de la mano. Le temblaba mucho y, a la poca luz, parecía sangrar mucho. El viejo seguía acercándose lentamente.

-Los pecadores como tú, ungidos por la sangre de los débiles y los inocentes, alimentados por la sangre derramada por los injustos y depravados, hijos de Colin, hidra de mil rostros, no me asustais. Lo he perdido todo, lo he gastado todo, lo di todo y me traicionasteis. ¡ME TRAICIONASTEIS!

Las piernas de Aston reaccionaron lanzándole a un lado, apoyó las manos en la acera sin importarle la basura o la suciedad, corrió alejándose del viejo demente. La bolsa se balanceaba de un lado a otro, la capucha destapó su cabeza, la lluvia golpeó su rostro y llenó su boca. Corrió y corrió por las calles oscuras dejando tras el horror de la locura, corrió deseando con todo su corazón que él no estuviera detrás. Corrió pidiendo a dios que le diera un descanso. Corrió hasta que los pulmones de volvieron a arder y perdió el aliento, y aún así siguió corriendo, tambaleándose y llorando hasta caer rendido sobre el asfalto húmedo.

Apretó fuerte los dientes y sollozó.

Porqué le tenía que pasar esto a él, pensó. Porqué todas las cosas malas del mundo caen sobre aquellos que se esfuerzan en apartarse del curso del mundo. ¿Por qué tenía que soportarlo? No había hecho nada a nadie pero el mundo se empeñaba en golpearlo con fuerza.

No puedo, no puedo, no soy capaz de terminar con esto. Que tengo que hacer para poder vivir en paz. No pido nada más, solo paz y tranquilidad, no locos que me quieran matar, ni ejercitos en mi barrio, ni cabrones que me rechacen porque no me dejan demostrar lo que valgo. Solo quiero… que me dejen en paz.

No podría decir cuanto tiempo se llevó sollozando sobre el asfalto, derrotado y asustado. Cuando levantó la cabeza y abrió los ojos las infogafas parpadeaban y señalaban que solo quedaban cincuenta metros para llegar a la casa.

-¡Tía Anette! Por favor ayudame…-Susurró mientras se levantaba.- Ayúdame…

Anduvo el camino restante como en un sueño, cruzó un descampado plagado de palos y arbustos, una vieja placa oxidada que marcaba la 6th Este. Y en el destello de un relámpago lo vió. El edificio de apartamentos. El número 534.

No era más que un derrelicto, el edificio había ardido ennegreciendo la fachada, las ventanas habían explotado sembrando la calle de cristales y cortinas chamuscadas. La puerta de la calle había desaparecido.

Allí no vivía NADIE.

Aston calló de rodillas al suelo y comenzó a llorar de nuevo, ya poco le importaba que le encontraran.

Siguió lloviendo.

sábado, 23 de junio de 2007

Guerra Asimétrica


El objetivo de esta serie de artículos que voy a ir colgando es el de concienciar sobre las nuevas formas de conflicto que hay en el mundo, la forma en que se lucha y el porqué. Para cualquier escritor o director de juego que se precie la motivación es uno de los elementos fundamentales para la buena base de una historia. Si no deseas profundizar en la motivación del conflicto (porque, recordemos, TODOS los juegos de rol pivotan entorno al conflicto) puedes verte unas cuantas películas de Bronson, Arnie o Stallone donde caen malos malotes (comunistas, nazis, punkis, chicanos, moteros, terroristas, tipos con bigote, etc) a diestro y siniestro sin saber exactamente su razón de ser.

A demás de funcionar como base para unos buenos adversarios también puede inspirar partidas desde el otro lado, que recomiendo fervientemente, al fin y al cabo el reto puede ser tanto interpretativo como táctico. Por experiencia con mis jugadores este tipo de historia tiene más chicha e interés que las habituales, y fomenta el pensamiento crítico y metacreativo.

-GUERRA ASIMÉTRICA-

Un término de reciente cuño que define el enfrentamiento entre dos fuerzas de muy distinta proporción. Un bando tiene un número de tropas, tal vez incluso tecnología, muy superior a otro bando, pequeño y mal equipado.

Desde luego es un tipo de enfrentamiento que suena mucho, un David contra Goliat, los 300 espartanos contra los persas, los británicos en Agincourt, los guerrilleros astures contra los romanos, en definitiva, dos fuerzas desiguales igualadas por el escenario.

En la esquina azul, el glorioso ejército de tierra de los EE.UU.: Cuerpos entrenados durante años y mentes formadas en táctica, chalecos balísticos de kevlar, cascos de aleaciones cerámicas, visores nocturnos de alta resolución, apoyo de artillería, aviación, y escuadrones de aviones no pilotados de reconocimiento, GPS, raciones de comida ultraenergética, botiquín personal, cuchillo de aleación, granadas antipersona, un A16 ligero con munición NATO que se fragmenta al penetrar el objetivo, y no menos importante, un ejercito de técnicos y estrategas formados en las más prestigiosas escuelas militares. En la esquina roja, el insurgente modelo de finales del siglo XX: Ex trabajador de manufactura o tendero, formación de un par de fines de semana practicando con un fusil, camisa de tirantas y pantalones militares, pañuelo cubriendo la boca, gafas de sol para el día, apoyo de otros insurgentes con mejores armas, un viejo AK-47 o AK-74 si tiene suerte, muchos familiares y amigos y una causa por la que luchar.


Frente a frente es indudable quien puede a quien, y sin embargo ahí están los resultados. La guerra asimétrica no es realmente asimétrica si uno de los bandos sabe aprovechar bien su situación.

Durante las guerras astures en el segundo siglo antes de cristo (aprox) la resistencia a la ocupación romana quemó carretas de víveres, asaltó caravanas de tropas sin armamento, atacó campamentos de noche, envenenó a sus bestias y cazó a sus generales. Los astures aprovecharon el terreno montañoso, los bosques y arroyos, los caminos de cabras y pasos de montaña. Dos mil años y pico más tarde la insurgencia irakí está moderadamente mal equipada, pero conocen su ciudad y sus gentes, se pueden mezclar entre ellas y pasar desapercibidos, tienen una red de informantes de todo tipo y calibre tanto a nivel de calle como a nivel de gobierno, a los ojos de los ocupantes apenas se pueden distinguir los unos de los otros y su lengua y alfabeto es ininteligible, y para colmo creen en lo que hacen. Cambiamos romanos por americanos, nazis por israelíes, judíos por palestinos, astures por irakíes.

Curiosamente la fuerza con un poder ofensivo inicial mayor siempre tiende a ser la invasora u opresora, raramente al revés. Seguramente esto se debe a que nadie en sus cabales querría enfrentarse de golpe y porrazo a una fuerza superior solo porque se lo ordenen. Volviendo a Irak, cuando atacaron los americanos por el sur del país llegaron a Bagdad en apenas unos días, con más retraso por cuestiones de abastecimiento que otra cosa (El tanque M1 Abrams es una bestia que consume tanta gasolina como un pueblo mediano), la principal razón es que la guardia republicana ( el ejercito del presidente Husein) carecía de la capacidad para enfrentarse cara a cara y prefirió disolverse o retirarse antes que caer sutilmente. El verdadero adversario de los americanos se estaba empezando a cocer. Unos cuantos meses más tarde los americanos sufrían ya más bajas por los ataques de insurgentes que por los ocasionados por la propia guardia republicana durante la invasión.

¿Porqué enfrentarse a una fuerza tan superior? La victoria es dudosa, no todas las guerras asimétricas han terminado con victorias para el bando menor. En el próximo artículo tocaremos un poco el tema de la psicología del insurgente, o como gusta de llamarlo de forma genérica el Departamento de Estado de Estados unidos: “Terrorista”.

martes, 19 de junio de 2007

Demoras y tales

Siento informar que el episodio de esta semana se demorará tambien un poquito, espero que como mucho lo tenga para este miércoles.

Estoy trabajando con un nuevo diseño de página un poco menos standard.

Ya veréis. Si esto se cuelga que nadie diga que no lo he intentado. :)

Mientas tanto podéis ir mirando un poco en BoingBoing, donde siempre se encuentran cosas maravillosas.

Salud!

lunes, 11 de junio de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut! (7)

Aston se levantó con la cabeza gacha del banco y se dirigió al vagón de tren sin levantarla. Entró dentro prácticamente sin mirar más que al suelo, se agarró a una barra al otro lado y miró al andén, allí los Skin Borgs empezaban a subir las escaleras gritando y haciendo aspavientos a los allí presentes.

Un golpe sordo hizo que mirara al fondo del vagón, por donde lo estaban abandonando los últimos pandilleros. Habían dejado sobre el suelo un cuerpo ensangrentado, un chico joven de edad indefinida, este tenía el pelo teñido de un furioso rojo y la piel tintada de gris y por sus ropas y aspecto general un Hummingbird. Antes de que el metro emprendiese un nuevo viaje, y ante el persistente aviso sonoro, los últimos pandilleros que vigilaban el laxo cuerpo saltaron fuera del vagón con pequeños gritos de victoria. Una voz femenina indicó que le próxima parada se situaba en el Upper West Side.

El impulso de arrancada obligó a Aston a sentarse. No es que hubiera visto mucha sangre a lo largo de la vida, había visto mucha en mundos de RV de acción, en películas o en noticias, pero no era sangre “real”, la distancia, el alejamiento o la conciencia de que todo se trata de una ficción ayuda mucho a desligarse de que la sangre representa, y es básicamente, vida. Y ahí, a unos cuantos metros tenía a una persona ensangrentada.

La sangre, al contrario de lo que la gente piensa no es de un vivo color rojo, es oscura, viscosa, y cuando se comienza a secar o coagular se vuelve de un color marrón terroso muy oscuro, llegando incluso al morado. Pero incluso eso no era lo que realmente desasosegaba a Aston. La sangre es sangre al fin y al cabo, el chico podría haber estado muerto y tendido sobre un charco de sangre, pero impactaría menos en las mentes de las personas. En el núcleo más primitivo del cerebro, la parte animal común que todos compartimos, la idea de un muerto o un cadáver no produce ni de lejos tanto estrés como la de un moribundo. Los sollozos del chaval le llegaban entre estertores y escupitajos de sangre, a veces parecía llorar, otras maldecir su suerte, otras eran sonidos inarticulados, gemidos de dolor de alguien que intenta mover una articulación dislocada o una rodilla rota.

Aston no levantaba la vista de entre sus pies, no quería mirar al chaval, pero le oía perfectamente. Oía sus casi inaudibles peticiones de ayuda, como llamaba a su madre entre susurros de labios partidos y ensangrentados, el sonido de sus miembros movidos a duras penas empapados en la sangre que salpicaba el vagón.

Le dolía la cabeza, la adrenalina le corría por las venas del cuello, lo notaba tenso y sudoroso, las sienes palpitantes y la imperiosa necesidad de ayudar al prójimo o huir de allí.

Se quedo donde estaba.

Había más gente en el vagón, miró de soslayo, un afro americano viejo en una esquina y un obrero con un mono naranja industrial ya entrado en años frente a él. Puede que alguno de ellos pudiera hacer algo por el chico. Seguramente podrían hacer algo.

Vamos haced algo joder.- Pensó Aston- Ese chico está sufriendo ¿No lo veis? Yo no puedo hacer nada ¿Qué queréis que haga? No es mi problema, se ha metido donde no le llamaban, eso le pasa por meterse en una banda, pero no es más que un chaval joder. ¿No pensáis hacer nada? Yo no soy nadie para hacer nada, no se de medicina, no de estas cosas por lo menos, no me he roto nada en la vida, además antes me caí viniendo para acá y me duelen mucho las rodillas… No es justo que tenga que ser yo quien me tenga que hacer cargo de él. No es justo. ¡Haced algo!

-Menuda perra vida… esto no es vida, no señor. ¿Oh, dulce señor, porqué tanto odio?

El hombre con el mono de trabajo sentenciaba y rezaba por lo bajo. Era un hombre robusto, enorme, de frente ancha con el pelo cobrizo ensortijado y largo. El bigote se movía conjunto con los gruesos labios.

Aston volvió a bajar la cabeza, los sollozos del joven con la vida arruinada le alteraban, pero los rezos del hombre del mono le enfurecían. Aston comenzó a pensar en reprocharle su hipocresía y encomiarle a que ayudara al chaval, pero ¿Y si le decía que lo hiciera él? ¿Qué podría responder? Nada. No había excusa para no ayudar al chaval, solo miedo. El miedo le atenazaba donde estaba. Reconocerlo le hizo sentirse peor todavía, no era una excusa, para nadie es una excusa. Pero el irracional miedo hacía que no soltase los barrotes del vagón, que no levantara la cabeza, que no pidiera ayuda.

- Menuda mierda de vida.- Susurró para si.

El anciano negro empezó a andar hacia el chico, pasó por delante de Aston y el hombre del mono. Se quedó mirándolo desde arriba mientras se protegía el balance y los acelerones sujetado a las barras verticales.

-Chico. Esto ocurría antes. Ocurre ahora y seguirá ocurriendo mucho después de que nos hayamos ido de este mundo. Estas en estado de shock, pero podría ser peor. Te puedes mover, te tiemblan las piernas, eres capaz de articular frases completas. Esos tipos te han pegado muy duro, de veras, he dado y recibido muchas palizas en mi vida, y tienes mucha suerte.- El joven tosió algo de sangre al suelo mientras intentaba incorporarse a un asiento.- Vale, tal vez no puedas volver a bailar. Tal vez no puedas volver a correr como una gacela. ¡Pero eh chico!- Este levantó la cabeza para mirar al viejo hombe, tenía la cara llena de moretones y los ojos hinchados.- ¡Por lo menos no te han partido el coco!

El joven Hummingbird levantó más la cabeza y se dibujó una sonrisa en su rostro desfigurado.

-En un par de estaciones estaremos junto al Hospital Central, no es el mejor sitio del mundo pero te podrán ayudar algo ¿De acuerdo?

El chico asintió y se calmó un poco. El viejo, serio y de aspecto preocupado se sentó junto a él y le ayudó a incorporarse. Se bajaron juntos en la estación de la Avenida de las Américas con la 23rd. Unas prostitutas y algunos vagabundos les sustituyeron. Aston no echó mucha cuenta a quien entraba o salía en cada estación. Hasta que no llegó a la estación de la 3ª Avenida con East 8th, hasta que no se levantó para salir del vagón, hasta entonces no levantó la cabeza.

Dejó atrás el vagón. La sangre. La tensión. Pero se llevó consigo la vergüenza.

miércoles, 6 de junio de 2007

Fates Worse Than Death: la crítica

Hace un par de años escribí en Psychokiller Corporation una crítica sobre FWTD que reproduzco aquí con unas cuantas actualizaciones. __________________________________________________________


Fates Worse Than Death (Destinos peores que la muerte) es un juego de rol futurista de ambiente cyberpunk callejero, de suspense, horror y esperanza. Se trata de un juego completo, con su sistema original, su ambientación y todo lo que tengas que necesitar. Es un producto de Vajra Enterprises, una editorial novel californiana.

Lo primero que choca de este juego de rol es su enorme peso, tanto física como figuradamente. En una serie de divertidas ilustraciones en la primera página se nos avisa del contenido del mismo: drogas, violencia, sexo, modos de vida alternativo e ideas políticas radicales; apuesta por la neutralidad, no hay malos de por sí, solo puntos de vista divergentes; y para finalizar advierte que no lo leamos de una tacada no nos vaya a explotar la cabeza (muy útil por cierto). Aquí comienza la odisea de nada menos que 462 páginas llenas a reventar de información, marcadas muy de vez en cuando por ilustraciones en blanco y negro que nos ayudan a meternos en el tema. Es una edición de tapa blanda, y es de agradecer, se maneja mejor que las enciclopedias y no se rasga por el peso.

Los primeros capítulos están dedicados a la creación de personajes y al sistema, que viene a ser un acertado cruce del omnipresente D20 con el Sistema Narrativo de White Wolf dando lugar a un PJ detallado pero flexible. Todas las acciones se resuelven con una tirada de un d20 sumando atributos y niveles de habilidad contra dificultades dadas. No solo es un sistema fácil, si no que es efectista y letal (LETAL de verdad), detallista sin ser farragoso y para más inri genérico (de hecho se llama Organic Rules Component u ORC y se puede descargar gratis de su web).

Cabe destacar el apartado dedicado al equipo, una autentica orgía para el cyberpunky callejero con cerca de setecientos (700) (¡SETECIENTOS!) objetos, desde condones hasta cubas de nanobots médicos pasando por palos con clavos y drogas inteligentes. Estos objetos son detallados al por menor cada uno en su sección correspondiente de forma útil y justificada.

En el cuarto apartado nos encontramos con las "clases de personaje": la nada más y nada menos orgiastica (otra vez) cantidad de 31 bandas y familias callejeras, 35 contando con las que ofrece gratuitamente su Web. Se detallan todos los grupos sociales del Manhatan del 2080, y cuando digo todos, sigo TODOS. Se detalla su historia, relaciones, costumbres, sociedad, barrio que dominan, etc. Se dividen en tres grandes grupos, Street People (indigentes), Wells (cobran pensiones o ayudas) e Indies (asalariados), a su vez se dividen en bandas organizadas y no organizadas. Es un capitulo muy cuidado, dedicándole una media de 4 paginas a cada grupo.

En el quinto capítulo nos encontramos con la ambientación per sé: Manhatan 2080, un guetto hechado a perder donde ninguna autoridad quiere malgastar su dinero y mucho menos imponer un orden (recuerda a muchas pelis de cifi de los 70 y 80 como Rescate NY o Rescate LA o aquella en la que la gente comía Soilen Green. La ambientación está cuidadísima hasta el último detalle sin entrar en tecnicismos o lenguaje monotono, es un placer leer cada sección, para más inri se hace incapié en el realismo de lo descrito, no hay coches voladores ni lasers, las armas de fuego están prohibidas y valen un pastón desmesurado. Como detalle importante cabe destacar la descripción de Manhatan, que sin entrar en detallismo calle por calle nos llega a describir los diversos tipos de edificios existentes, sus estructuras, usos e historia, algo sumamente útil cuando se trata de una ambientación 100% urbana.

Puntos Fuertes:
-Es una ambientación robusta, fuerte, coherente, atractiva y detallada.
-Es un tomo único, no hacen falta más libros para empezar a jugar.
-El sistema es simple pero detallista, efectivo sin eclipsar la narración.
-El creador del juego, Brian King, responde personalmente a las preguntas y resuelve erratas con celeridad en la página web.
-En la página web se pueden encontrar flyers, mapas interactivos, música de ambientación gratuita y vídeos instruccionales para los directores flojos y jugadores con prisas AQUI.

Puntos Malos:
Tiene pocas o nulas posibilidades de ser traducido al idioma del Quijote.

Resumen:
Un pedazo de juego de rol como no he visto en años, coherente, realista y completo. Su principal baza para diferenciarse de otros juegos cyberpunkis es que todos los Pj tienen menos que poca pasta, casi no hay armas de fuego, y matar a un nota cualquiera puede repercutir en toda la ciudad (¡Guerra de Bandas!). Incluso tiene un malo malisimo carismático (para los que necesitan malos): un psicópata que se cree dios llamado Colin que copia su propia mente en las de otros multiplicándose como un virus. Y por último y definitivo, este tochazo de 460 paginas a letra Arial 8, por poco más de 30 euros. La inversión vale la pena al 100% comparada con D&D, GURPS o WoD.

Recomendado para todos y todas.

"La gente de la ciudad esta dándose cuenta de que nadie les va a salvar, y están aprendiendo a defenderse."

lunes, 4 de junio de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut! (6)

-Lo prometido es deuda, así que esta semana habrá dos post de "BlackOut!" uno hoy, y el otro, espero, el Jueves- ¡Que la disfruten!

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Había metido la agenda en algún lado, hacía tiempo que se la habían regalado con el objeto de que siempre tuviera una copia de seguridad “analógica” de todos los contactos y familiares. Rebuscó en las estanterías del armario, por cajas de cartón llenas de objetos que se había traído de su casa y no había colocado en ningún lado. El polvo saturó la enrarecida atmósfera de la habitación hasta que tras mover el sofá salió victorioso sujetando en lo alto, para que no se perdiera otra vez en la marabunta de objetos varios, una libreta de tapas rojas de aspecto universitario.

Empezó a hojear para delante y detrás en busca de un nombre en particular, sabía que lo había escrito ahí, su madre le había obligado a ello frente a su natural apatía por todo lo repetido o inútil.

-Aquí está, el 534 de 6th St.- Anunció victorioso- Anette Aston-Juun…

Se guardó la libreta en el bolsillo del pantalón y empezó a rebuscar de nuevo en los armarios.

A media tarde, sobre las cinco y media ya tenía preparado lo necesario para el pequeño exilio. En una bolsa deportiva había metido ropa suficiente para cinco o seis días, un arcaico miniordenador multifunción con pantalla enrollable que conservaba por lo ligero que era, unas cuantas chocolatinas y comida de verdad, una cantimplora térmica que conservaba para los cortes de agua, el módulo le geolocalización para las gafas, y varias cosas más, entre ellas un cuchillo de cocina que dejó en uno de los bolsillos laterales, junto con su documentación, por si tenía que defenderse.

Aston había dudado a la hora de añadir el cuchillo al equipaje puesto que dudaba seriamente de que tuviera que utilizarlo, o más bien de que pudiera ser capaz de utilizarlo.

¿Sería capaz de matar a alguien? ¿De veras podría?

Hizo de tripas corazón y decidió que no podría ser muy complicado, en los videojuegos y las películas los héroes se pasaban todo el rato mandando a los malos al otro barrio por docenas, solo era cuestión de mantener la calma y poner cara de tipo peligroso. Se miró en el espejo y decidió que la cara que este reflejaba, mezcla de disgusto y sorpresa, no era especialmente amenazadora.

Salió corriendo del apartamento como alma que lleva el diablo, cuanto antes llegara a la casa de su parienta antes se sentiría a salvo.

En el vestíbulo sacó el módulo GPS, del tamaño y grosor de una moneda, y lo enganchó a la patilla de la gafa, seleccionó la entrada de metro más cercana, la de la calle 135th con Ámsterdam, y unas flechas aparecieron en su campo de visión indicando el camino más corto para llegar así como la distancia que le restaba recorrer.

Desde las Guerras de las Libertades el sistema de metro de Manhattan se había simplificado en extremo, solo una línea, y pocas estaciones, pero lo más importante es que se había convertido en un sistema totalmente a parte del resto de la ciudad, por lo que con toda seguridad seguiría funcionando.

Cuando en los 50s la ciudad fue tomada como base de operaciones del revolucionario Jeffrey Hernandez a parte de dedicarse a dirigir la revolución planetaria contra los poderes establecidos y las corporaciones se dedicó entre otras cosas a blindar la ciudad contra ataques terroristas o de pequeñas armadas mecanizadas y su legado a la ciudad más notable, pero menos visible fue el espectacular taponamiento de todas la líneas y túneles de servicio del metro excepto una nueva línea circular más moderna, segura y sobre todo controlable.

Se supone que había planes para una segunda y tercera línea para la ciudad, pero el fin abrupto del paranoico líder y de los últimos rescoldos de la revolución paralizaron los proyectos en fase de diseño, y los sucesivos alcaldes de la ciudad realmente no hicieron mucho por arreglar lo destruido o terminar lo empezado, a la empobrecida y casi despoblada Manhattan de los 60s se le dio la espalda a favor de otros barrios de la megalópolis más poblados y pudientes. Desde entonces nada había cambiado.

Cuando se dio cuenta estaba ya atardeciendo, el sol se ocultaba por el oeste mientras las calles perdían la luz a favor de los tonos más azulados del crepúsculo.

En las ventanas de las casas Aston podía ver luces de velas, pantallas, linternas o incluso lo que supuso que eran chimeneas. Las voces y ruidos de los habitantes del barrio se colaban por las ventanas abiertas, algunas mayores, otras de niños, pero no las escuchaba, estaba demasiado concentrado en llegar a la estación como para pararse a oír nada que no fuera medianamente amenazador. Andaba a paso ligero, pero no corría, correr sería un error que no haría otra cosa que atraer atención indebida. La cabeza gacha, con los ojos ocultos bajo el sombrero y tras las gafas, la bolsa colgada de lado y hacia atrás sujeta con un brazo.

Se paró. Un sonido, luego otro, luego lo reconoció como música, música que se acercaba acompañada de esporádicos gritos. Casi estaba ya en los terrenos de la antigua Universidad de Nueva Cork cuando vio aparecer por una esquina una veintena de personas.

El grupo era bastante heterogéneo y aparentaba ser más un espectáculo callejero que una partida de guerra. Hombres y mujeres, adultos maduros y adolescentes, tipos musculosos y tipos nervudos con músculos como cuerdas, unos pintados de la cabeza a los pies de gris con ropa gris, otros con guantes y zapatos deportivos con largas rastas engarzadas de abalorios y monos ajustados de colores chillones, otros más oscuros y con cadenas, otros con ropas cómodas pero ajadas, todos siguiendo los diferentes ritmos de varias radios o cantando agresivas letras. Unos llevan palos y cadenas, otros practican katas danzarinas con cuchillos gemelos, otros llevan neveras llenas de estimulantes y bebidas energéticas y otros, botiquines y tasers. Los Hummingbirds van a la guerra.

Aston se había escondido en un recoveco de la entrada a una casa, no deseaba que le confundieran con un Skin Borg, harto improbable o que lo reclutaran a la fuerza para su pequeña gran batalla campal, más plausible. Tras haber pasado de largo se dio cuenta de que había apoyado todo el tiempo la mano sobre el bolsillo del cuchillo. Se rió un poco y salió corriendo para atravesar lo antes posible el ruinoso campus.

Los pulmones le ardían en el pecho, la garganta reseca por la respiración entrecortada. Atravesó los terrenos del campus siguiendo solo las flechas virtuales a ras de suelo que le indicaban su destino. Tropezó. De repente todo el mundo estaba vertical y tenía pegada la cara al asfalto, la bolsa le oprimía los omoplatos y el sombrero rodaba junto a él. Más enfurecido que temeroso se levantó recogiendo el sobrero, se había hecho daño, todavía no podía sentirlo por el chute de adrenalina, tenía los nudillos de la mano pelados y la barbilla y nariz le sangraban algo. Se tocó la nariz, que no estaba rota, solo raspada, la barbilla tenía peor aspecto al tacto, pero por lo menos sangraba menos.

Con un pañuelo se limpió la sangre y se revisó el resto del cuerpo. Había caído todo de golpe, por lo que el impacto se había dispersado por todo el cuerpo, muchas magulladuras menores, nada importante. Siguió andando con un paso más precavido, asegurándose de palpar bien el mortificado asfalto, desde las sombras, mendigos y desamparados le observaban desde chabolas semiocultas entre los árboles y edificios del recinto.

No hubo risas.

La entrada al metro en la avenida Ámsterdam estaba claramente iluminada por un cartel de neón de color azul.

<06:15 PM - 30 marzo 2081 – Cuarto Menguante – 23º C – Ligeramente Nublado – Posibilidades de Lluvias Leves a Moderadas >

La entrada del metro era el único edificio con iluminación propia en medio de una avenida de aspecto desolada, de ella emergían algunas personas, unas con monos de trabajo, otras con maletines o mochilas, y todas con aspecto cansado. No hablaban, algunos escuchaban música quedamente, nadie echaba mucha cuenta a quienes les rodeaban. A Aston se le paso por la cabeza la imagen de almas en pena llegando al lóbrego inframundo desde el luminoso mundo de los vivos, mejor, menos problemas.

Anduvo por las escaleras mecánicas y los pasillos abarrotados de carteles de productos corporativos, desde llaves de crédito hasta viviendas en Queens o New Jersey, pasando por bebidas energéticas o servicios de RV personalizados. Evitó mirarlos puesto que una punzada de angustia y resentimiento le invadían y atenazaban el cuello. Prefirió concentrarse en las pintadas crípticas y los graffiti de bandas desconocidas o extintas sobrepuestas las unas sobre las otras.

Un dólar y medio en la taquilla y entró por las estrechas puertas giratorias que escanearon rápidamente en busca de explosivos y dejaron pasar cerrando la puerta tras él con un sonido de vacío.

Un vistazo a un lado y otro de la estación le dio una panorámica y una vaga idea de donde colocarse para entrar lo más rápidamente al tren. No había casi gente esperando, media docena como mucho, algunos en pareja, en cambio habían mucha más gente en los bancos dormitando o echados sobre cartones y mantas. Para los desamparados las estaciones, abiertas veinticuatro horas al día y con una temperatura razonable suponían un refugio relativamente barato y cómodo.

En una pantalla sobre la vía se indicaba la ruta completa y el tiempo de llagada del próximo tren. Faltaban doce minutos y treinta y tres segundos.

Uno de los bancos estaba libre de gente durmiendo, un jack, un sintecho que se gana la vida haciendo pequeños trabajos a cambio de una pequeña propina había convertido este en un pequeño negocio de limpiado de zapatos y prendas de cuero. El tipo estaba arrodillado pasándole una manopla negra a las botas de un individuo concentrado en leer un libro.

Las rodillas empezaban a dolerle algo, en la caída debía habérsela despellejado algo, así que se acercó al banco con el jack y el lector y se sentó. El jack le miró un momento con una forzada sonrisa con un diente de plata, o parecía plata, y le preguntó si querría que le diera un repaso. Aston negó con un gesto de la cabeza y un casi inaudible “no, gracias”, el jack le miró de reojo algo molesto y siguió concentrado en la bota del lector.

Se sonó la nariz con algo de sangre y mantuvo la cabeza gacha, después de unos instantes de mirar al suelo pasó la mirada a un chicle del suelo, al jack y finalmente al hombre que leía. Este llevaba puesta una gruesa gabardina abotonada hasta el cuello rígido que le llegaba hasta la barbilla, en la solapa el anagrama de una conocida marca de ropas térmicas y refrigeradas, un aire acondicionado portátil. Era un hombre joven, de la edad de Aston, con el pelo algo revuelto y una ceja rota hace tiempo, llevaba unas gafas de pasta negra arregladas con esparadrapo por el puente de la nariz. Leía una novela de fantasía heroica de un escritor hindú, el libro estaba abierto y doblado sobre si mismo, con algunas páginas dobladas o despegadas, había gran cantidad de frases subrayadas o anotaciones hechas a lápiz.

Nunca había visto tratar así de mal a un libro y en cierto modo le indignaba.

-Parece complicado.- Comentó el lector llevándose un lápiz a los labios- Pero estoy seguro que la mayoría de los escritores van improvisando por el camino, tienen una idea en mente y empiezan a improvisar.

Aston no sabía si se estaba dirigiendo a él, al jack o más probablemente a si mismo. Por si acaso Aston asintió levemente y desvió la mirada al suelo.

-Me encantan las novelas de este hombre, hay acción, romance, chistes y mucha originalidad, espero que algún día pueda escribir algo parecido y ganar un dinerillo extra.

-La fama es complicada de alcanzar, pero más complicada de mantener.- Se vio impelido a comentar.- Supongo que es cuestión de perseverar y esforzarse.

El lector miró a Aston por primera vez de arriba abajo, dejó el lápiz en un bolsillo y apoyó el libro en su regazo. Parecía algo cansado o incómodo.

-¿Mucho jaleo por ahí arriba con lo del apagón?

-Creo que si. La gente está hastiada y empieza a perder los nervios, aunque se lo toman con filosofía. Eso si, los de los Hummingbirds, la banda esa de los bailarines y los clubbers, parece que van a montar un lío, he visto por lo menos una veintena llendo en dirección a la 145th.- El lector permaneció en silencio esperando que Aston continuara.- Por eso me voy al sur, ya sabes, con los familiares, un poco más seguros.

-Mire, no hay partes seguras en esta ciudad y menos ahora, y las bandas del Harlem no son las únicas en guerra, donde tu vas seguro que también hay, tienen miedo las unas de las otras y se atacarán para no ser atacadas antes, es la ley de la vida, las bandas te dan una vida, tu das tu vida por tu banda.

Aston se quedó pensativo, el lector tenía razón, solo estaba cambiando un peligro conocido por otro por conocer. Agachó la cabeza más y volvió a apoyar la mano sobre el bolsillo del cuchillo. Seguía allí.

Una ráfaga de viento cálido y seco empezó a llegar del túnel. Una señal sonora distorsionada por unos altavoces quebrados indicó que en treinta segundos llegaría el tren regular en dirección al Upper West Side. El hombre se levantó, lanzó unas monedas de más al agradecido jack y se guardó la novela.

-¿A dónde se dirige? Si no es mucho preguntar.- Inquirió Aston.

-¿Yo? A ninguna parte. Solo estoy esperando a los míos.

La gabardina se le había abierto y una diminuta nube de aire frío escapó. Debajo llevaba un chaleco balístico reforzado, las piernas cubiertas por pantalones de motorista con rodilleras y espinilleras, una cadena a modo de cinturón t una porra retráctil colgando de ella. Toda la negra armadura estaba cubierta por pintadas fluorescentes.

Del vagón de tren comenzaron a bajarse docenas de hombres y mujeres blindados hasta los dientes, algunos con ropas y cascos de motorista, otros con armaduras improvisadas y máscaras grotescas, otros con armaduras tácticas de infantería, todos cubiertos de las brillantes pintadas. Un hombre mayor con cicatrices en el rostro y el pelo blanco cortado a lo militar se acercó al banco de Aston. Llevaba una katana y un wakizashi colgando a su izquierda, a su derecha una chica joven con pinturas de guerra en la cara le sujetaba un casco con rostro de demonio japonés.

- La partida de guerra ya ha salido hacia la 145th- Sonrió el chico.- Ya son nuestros, padrino.