sábado, 23 de junio de 2007

Guerra Asimétrica


El objetivo de esta serie de artículos que voy a ir colgando es el de concienciar sobre las nuevas formas de conflicto que hay en el mundo, la forma en que se lucha y el porqué. Para cualquier escritor o director de juego que se precie la motivación es uno de los elementos fundamentales para la buena base de una historia. Si no deseas profundizar en la motivación del conflicto (porque, recordemos, TODOS los juegos de rol pivotan entorno al conflicto) puedes verte unas cuantas películas de Bronson, Arnie o Stallone donde caen malos malotes (comunistas, nazis, punkis, chicanos, moteros, terroristas, tipos con bigote, etc) a diestro y siniestro sin saber exactamente su razón de ser.

A demás de funcionar como base para unos buenos adversarios también puede inspirar partidas desde el otro lado, que recomiendo fervientemente, al fin y al cabo el reto puede ser tanto interpretativo como táctico. Por experiencia con mis jugadores este tipo de historia tiene más chicha e interés que las habituales, y fomenta el pensamiento crítico y metacreativo.

-GUERRA ASIMÉTRICA-

Un término de reciente cuño que define el enfrentamiento entre dos fuerzas de muy distinta proporción. Un bando tiene un número de tropas, tal vez incluso tecnología, muy superior a otro bando, pequeño y mal equipado.

Desde luego es un tipo de enfrentamiento que suena mucho, un David contra Goliat, los 300 espartanos contra los persas, los británicos en Agincourt, los guerrilleros astures contra los romanos, en definitiva, dos fuerzas desiguales igualadas por el escenario.

En la esquina azul, el glorioso ejército de tierra de los EE.UU.: Cuerpos entrenados durante años y mentes formadas en táctica, chalecos balísticos de kevlar, cascos de aleaciones cerámicas, visores nocturnos de alta resolución, apoyo de artillería, aviación, y escuadrones de aviones no pilotados de reconocimiento, GPS, raciones de comida ultraenergética, botiquín personal, cuchillo de aleación, granadas antipersona, un A16 ligero con munición NATO que se fragmenta al penetrar el objetivo, y no menos importante, un ejercito de técnicos y estrategas formados en las más prestigiosas escuelas militares. En la esquina roja, el insurgente modelo de finales del siglo XX: Ex trabajador de manufactura o tendero, formación de un par de fines de semana practicando con un fusil, camisa de tirantas y pantalones militares, pañuelo cubriendo la boca, gafas de sol para el día, apoyo de otros insurgentes con mejores armas, un viejo AK-47 o AK-74 si tiene suerte, muchos familiares y amigos y una causa por la que luchar.


Frente a frente es indudable quien puede a quien, y sin embargo ahí están los resultados. La guerra asimétrica no es realmente asimétrica si uno de los bandos sabe aprovechar bien su situación.

Durante las guerras astures en el segundo siglo antes de cristo (aprox) la resistencia a la ocupación romana quemó carretas de víveres, asaltó caravanas de tropas sin armamento, atacó campamentos de noche, envenenó a sus bestias y cazó a sus generales. Los astures aprovecharon el terreno montañoso, los bosques y arroyos, los caminos de cabras y pasos de montaña. Dos mil años y pico más tarde la insurgencia irakí está moderadamente mal equipada, pero conocen su ciudad y sus gentes, se pueden mezclar entre ellas y pasar desapercibidos, tienen una red de informantes de todo tipo y calibre tanto a nivel de calle como a nivel de gobierno, a los ojos de los ocupantes apenas se pueden distinguir los unos de los otros y su lengua y alfabeto es ininteligible, y para colmo creen en lo que hacen. Cambiamos romanos por americanos, nazis por israelíes, judíos por palestinos, astures por irakíes.

Curiosamente la fuerza con un poder ofensivo inicial mayor siempre tiende a ser la invasora u opresora, raramente al revés. Seguramente esto se debe a que nadie en sus cabales querría enfrentarse de golpe y porrazo a una fuerza superior solo porque se lo ordenen. Volviendo a Irak, cuando atacaron los americanos por el sur del país llegaron a Bagdad en apenas unos días, con más retraso por cuestiones de abastecimiento que otra cosa (El tanque M1 Abrams es una bestia que consume tanta gasolina como un pueblo mediano), la principal razón es que la guardia republicana ( el ejercito del presidente Husein) carecía de la capacidad para enfrentarse cara a cara y prefirió disolverse o retirarse antes que caer sutilmente. El verdadero adversario de los americanos se estaba empezando a cocer. Unos cuantos meses más tarde los americanos sufrían ya más bajas por los ataques de insurgentes que por los ocasionados por la propia guardia republicana durante la invasión.

¿Porqué enfrentarse a una fuerza tan superior? La victoria es dudosa, no todas las guerras asimétricas han terminado con victorias para el bando menor. En el próximo artículo tocaremos un poco el tema de la psicología del insurgente, o como gusta de llamarlo de forma genérica el Departamento de Estado de Estados unidos: “Terrorista”.

martes, 19 de junio de 2007

Demoras y tales

Siento informar que el episodio de esta semana se demorará tambien un poquito, espero que como mucho lo tenga para este miércoles.

Estoy trabajando con un nuevo diseño de página un poco menos standard.

Ya veréis. Si esto se cuelga que nadie diga que no lo he intentado. :)

Mientas tanto podéis ir mirando un poco en BoingBoing, donde siempre se encuentran cosas maravillosas.

Salud!

lunes, 11 de junio de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut! (7)

Aston se levantó con la cabeza gacha del banco y se dirigió al vagón de tren sin levantarla. Entró dentro prácticamente sin mirar más que al suelo, se agarró a una barra al otro lado y miró al andén, allí los Skin Borgs empezaban a subir las escaleras gritando y haciendo aspavientos a los allí presentes.

Un golpe sordo hizo que mirara al fondo del vagón, por donde lo estaban abandonando los últimos pandilleros. Habían dejado sobre el suelo un cuerpo ensangrentado, un chico joven de edad indefinida, este tenía el pelo teñido de un furioso rojo y la piel tintada de gris y por sus ropas y aspecto general un Hummingbird. Antes de que el metro emprendiese un nuevo viaje, y ante el persistente aviso sonoro, los últimos pandilleros que vigilaban el laxo cuerpo saltaron fuera del vagón con pequeños gritos de victoria. Una voz femenina indicó que le próxima parada se situaba en el Upper West Side.

El impulso de arrancada obligó a Aston a sentarse. No es que hubiera visto mucha sangre a lo largo de la vida, había visto mucha en mundos de RV de acción, en películas o en noticias, pero no era sangre “real”, la distancia, el alejamiento o la conciencia de que todo se trata de una ficción ayuda mucho a desligarse de que la sangre representa, y es básicamente, vida. Y ahí, a unos cuantos metros tenía a una persona ensangrentada.

La sangre, al contrario de lo que la gente piensa no es de un vivo color rojo, es oscura, viscosa, y cuando se comienza a secar o coagular se vuelve de un color marrón terroso muy oscuro, llegando incluso al morado. Pero incluso eso no era lo que realmente desasosegaba a Aston. La sangre es sangre al fin y al cabo, el chico podría haber estado muerto y tendido sobre un charco de sangre, pero impactaría menos en las mentes de las personas. En el núcleo más primitivo del cerebro, la parte animal común que todos compartimos, la idea de un muerto o un cadáver no produce ni de lejos tanto estrés como la de un moribundo. Los sollozos del chaval le llegaban entre estertores y escupitajos de sangre, a veces parecía llorar, otras maldecir su suerte, otras eran sonidos inarticulados, gemidos de dolor de alguien que intenta mover una articulación dislocada o una rodilla rota.

Aston no levantaba la vista de entre sus pies, no quería mirar al chaval, pero le oía perfectamente. Oía sus casi inaudibles peticiones de ayuda, como llamaba a su madre entre susurros de labios partidos y ensangrentados, el sonido de sus miembros movidos a duras penas empapados en la sangre que salpicaba el vagón.

Le dolía la cabeza, la adrenalina le corría por las venas del cuello, lo notaba tenso y sudoroso, las sienes palpitantes y la imperiosa necesidad de ayudar al prójimo o huir de allí.

Se quedo donde estaba.

Había más gente en el vagón, miró de soslayo, un afro americano viejo en una esquina y un obrero con un mono naranja industrial ya entrado en años frente a él. Puede que alguno de ellos pudiera hacer algo por el chico. Seguramente podrían hacer algo.

Vamos haced algo joder.- Pensó Aston- Ese chico está sufriendo ¿No lo veis? Yo no puedo hacer nada ¿Qué queréis que haga? No es mi problema, se ha metido donde no le llamaban, eso le pasa por meterse en una banda, pero no es más que un chaval joder. ¿No pensáis hacer nada? Yo no soy nadie para hacer nada, no se de medicina, no de estas cosas por lo menos, no me he roto nada en la vida, además antes me caí viniendo para acá y me duelen mucho las rodillas… No es justo que tenga que ser yo quien me tenga que hacer cargo de él. No es justo. ¡Haced algo!

-Menuda perra vida… esto no es vida, no señor. ¿Oh, dulce señor, porqué tanto odio?

El hombre con el mono de trabajo sentenciaba y rezaba por lo bajo. Era un hombre robusto, enorme, de frente ancha con el pelo cobrizo ensortijado y largo. El bigote se movía conjunto con los gruesos labios.

Aston volvió a bajar la cabeza, los sollozos del joven con la vida arruinada le alteraban, pero los rezos del hombre del mono le enfurecían. Aston comenzó a pensar en reprocharle su hipocresía y encomiarle a que ayudara al chaval, pero ¿Y si le decía que lo hiciera él? ¿Qué podría responder? Nada. No había excusa para no ayudar al chaval, solo miedo. El miedo le atenazaba donde estaba. Reconocerlo le hizo sentirse peor todavía, no era una excusa, para nadie es una excusa. Pero el irracional miedo hacía que no soltase los barrotes del vagón, que no levantara la cabeza, que no pidiera ayuda.

- Menuda mierda de vida.- Susurró para si.

El anciano negro empezó a andar hacia el chico, pasó por delante de Aston y el hombre del mono. Se quedó mirándolo desde arriba mientras se protegía el balance y los acelerones sujetado a las barras verticales.

-Chico. Esto ocurría antes. Ocurre ahora y seguirá ocurriendo mucho después de que nos hayamos ido de este mundo. Estas en estado de shock, pero podría ser peor. Te puedes mover, te tiemblan las piernas, eres capaz de articular frases completas. Esos tipos te han pegado muy duro, de veras, he dado y recibido muchas palizas en mi vida, y tienes mucha suerte.- El joven tosió algo de sangre al suelo mientras intentaba incorporarse a un asiento.- Vale, tal vez no puedas volver a bailar. Tal vez no puedas volver a correr como una gacela. ¡Pero eh chico!- Este levantó la cabeza para mirar al viejo hombe, tenía la cara llena de moretones y los ojos hinchados.- ¡Por lo menos no te han partido el coco!

El joven Hummingbird levantó más la cabeza y se dibujó una sonrisa en su rostro desfigurado.

-En un par de estaciones estaremos junto al Hospital Central, no es el mejor sitio del mundo pero te podrán ayudar algo ¿De acuerdo?

El chico asintió y se calmó un poco. El viejo, serio y de aspecto preocupado se sentó junto a él y le ayudó a incorporarse. Se bajaron juntos en la estación de la Avenida de las Américas con la 23rd. Unas prostitutas y algunos vagabundos les sustituyeron. Aston no echó mucha cuenta a quien entraba o salía en cada estación. Hasta que no llegó a la estación de la 3ª Avenida con East 8th, hasta que no se levantó para salir del vagón, hasta entonces no levantó la cabeza.

Dejó atrás el vagón. La sangre. La tensión. Pero se llevó consigo la vergüenza.

miércoles, 6 de junio de 2007

Fates Worse Than Death: la crítica

Hace un par de años escribí en Psychokiller Corporation una crítica sobre FWTD que reproduzco aquí con unas cuantas actualizaciones. __________________________________________________________


Fates Worse Than Death (Destinos peores que la muerte) es un juego de rol futurista de ambiente cyberpunk callejero, de suspense, horror y esperanza. Se trata de un juego completo, con su sistema original, su ambientación y todo lo que tengas que necesitar. Es un producto de Vajra Enterprises, una editorial novel californiana.

Lo primero que choca de este juego de rol es su enorme peso, tanto física como figuradamente. En una serie de divertidas ilustraciones en la primera página se nos avisa del contenido del mismo: drogas, violencia, sexo, modos de vida alternativo e ideas políticas radicales; apuesta por la neutralidad, no hay malos de por sí, solo puntos de vista divergentes; y para finalizar advierte que no lo leamos de una tacada no nos vaya a explotar la cabeza (muy útil por cierto). Aquí comienza la odisea de nada menos que 462 páginas llenas a reventar de información, marcadas muy de vez en cuando por ilustraciones en blanco y negro que nos ayudan a meternos en el tema. Es una edición de tapa blanda, y es de agradecer, se maneja mejor que las enciclopedias y no se rasga por el peso.

Los primeros capítulos están dedicados a la creación de personajes y al sistema, que viene a ser un acertado cruce del omnipresente D20 con el Sistema Narrativo de White Wolf dando lugar a un PJ detallado pero flexible. Todas las acciones se resuelven con una tirada de un d20 sumando atributos y niveles de habilidad contra dificultades dadas. No solo es un sistema fácil, si no que es efectista y letal (LETAL de verdad), detallista sin ser farragoso y para más inri genérico (de hecho se llama Organic Rules Component u ORC y se puede descargar gratis de su web).

Cabe destacar el apartado dedicado al equipo, una autentica orgía para el cyberpunky callejero con cerca de setecientos (700) (¡SETECIENTOS!) objetos, desde condones hasta cubas de nanobots médicos pasando por palos con clavos y drogas inteligentes. Estos objetos son detallados al por menor cada uno en su sección correspondiente de forma útil y justificada.

En el cuarto apartado nos encontramos con las "clases de personaje": la nada más y nada menos orgiastica (otra vez) cantidad de 31 bandas y familias callejeras, 35 contando con las que ofrece gratuitamente su Web. Se detallan todos los grupos sociales del Manhatan del 2080, y cuando digo todos, sigo TODOS. Se detalla su historia, relaciones, costumbres, sociedad, barrio que dominan, etc. Se dividen en tres grandes grupos, Street People (indigentes), Wells (cobran pensiones o ayudas) e Indies (asalariados), a su vez se dividen en bandas organizadas y no organizadas. Es un capitulo muy cuidado, dedicándole una media de 4 paginas a cada grupo.

En el quinto capítulo nos encontramos con la ambientación per sé: Manhatan 2080, un guetto hechado a perder donde ninguna autoridad quiere malgastar su dinero y mucho menos imponer un orden (recuerda a muchas pelis de cifi de los 70 y 80 como Rescate NY o Rescate LA o aquella en la que la gente comía Soilen Green. La ambientación está cuidadísima hasta el último detalle sin entrar en tecnicismos o lenguaje monotono, es un placer leer cada sección, para más inri se hace incapié en el realismo de lo descrito, no hay coches voladores ni lasers, las armas de fuego están prohibidas y valen un pastón desmesurado. Como detalle importante cabe destacar la descripción de Manhatan, que sin entrar en detallismo calle por calle nos llega a describir los diversos tipos de edificios existentes, sus estructuras, usos e historia, algo sumamente útil cuando se trata de una ambientación 100% urbana.

Puntos Fuertes:
-Es una ambientación robusta, fuerte, coherente, atractiva y detallada.
-Es un tomo único, no hacen falta más libros para empezar a jugar.
-El sistema es simple pero detallista, efectivo sin eclipsar la narración.
-El creador del juego, Brian King, responde personalmente a las preguntas y resuelve erratas con celeridad en la página web.
-En la página web se pueden encontrar flyers, mapas interactivos, música de ambientación gratuita y vídeos instruccionales para los directores flojos y jugadores con prisas AQUI.

Puntos Malos:
Tiene pocas o nulas posibilidades de ser traducido al idioma del Quijote.

Resumen:
Un pedazo de juego de rol como no he visto en años, coherente, realista y completo. Su principal baza para diferenciarse de otros juegos cyberpunkis es que todos los Pj tienen menos que poca pasta, casi no hay armas de fuego, y matar a un nota cualquiera puede repercutir en toda la ciudad (¡Guerra de Bandas!). Incluso tiene un malo malisimo carismático (para los que necesitan malos): un psicópata que se cree dios llamado Colin que copia su propia mente en las de otros multiplicándose como un virus. Y por último y definitivo, este tochazo de 460 paginas a letra Arial 8, por poco más de 30 euros. La inversión vale la pena al 100% comparada con D&D, GURPS o WoD.

Recomendado para todos y todas.

"La gente de la ciudad esta dándose cuenta de que nadie les va a salvar, y están aprendiendo a defenderse."

lunes, 4 de junio de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut! (6)

-Lo prometido es deuda, así que esta semana habrá dos post de "BlackOut!" uno hoy, y el otro, espero, el Jueves- ¡Que la disfruten!

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Había metido la agenda en algún lado, hacía tiempo que se la habían regalado con el objeto de que siempre tuviera una copia de seguridad “analógica” de todos los contactos y familiares. Rebuscó en las estanterías del armario, por cajas de cartón llenas de objetos que se había traído de su casa y no había colocado en ningún lado. El polvo saturó la enrarecida atmósfera de la habitación hasta que tras mover el sofá salió victorioso sujetando en lo alto, para que no se perdiera otra vez en la marabunta de objetos varios, una libreta de tapas rojas de aspecto universitario.

Empezó a hojear para delante y detrás en busca de un nombre en particular, sabía que lo había escrito ahí, su madre le había obligado a ello frente a su natural apatía por todo lo repetido o inútil.

-Aquí está, el 534 de 6th St.- Anunció victorioso- Anette Aston-Juun…

Se guardó la libreta en el bolsillo del pantalón y empezó a rebuscar de nuevo en los armarios.

A media tarde, sobre las cinco y media ya tenía preparado lo necesario para el pequeño exilio. En una bolsa deportiva había metido ropa suficiente para cinco o seis días, un arcaico miniordenador multifunción con pantalla enrollable que conservaba por lo ligero que era, unas cuantas chocolatinas y comida de verdad, una cantimplora térmica que conservaba para los cortes de agua, el módulo le geolocalización para las gafas, y varias cosas más, entre ellas un cuchillo de cocina que dejó en uno de los bolsillos laterales, junto con su documentación, por si tenía que defenderse.

Aston había dudado a la hora de añadir el cuchillo al equipaje puesto que dudaba seriamente de que tuviera que utilizarlo, o más bien de que pudiera ser capaz de utilizarlo.

¿Sería capaz de matar a alguien? ¿De veras podría?

Hizo de tripas corazón y decidió que no podría ser muy complicado, en los videojuegos y las películas los héroes se pasaban todo el rato mandando a los malos al otro barrio por docenas, solo era cuestión de mantener la calma y poner cara de tipo peligroso. Se miró en el espejo y decidió que la cara que este reflejaba, mezcla de disgusto y sorpresa, no era especialmente amenazadora.

Salió corriendo del apartamento como alma que lleva el diablo, cuanto antes llegara a la casa de su parienta antes se sentiría a salvo.

En el vestíbulo sacó el módulo GPS, del tamaño y grosor de una moneda, y lo enganchó a la patilla de la gafa, seleccionó la entrada de metro más cercana, la de la calle 135th con Ámsterdam, y unas flechas aparecieron en su campo de visión indicando el camino más corto para llegar así como la distancia que le restaba recorrer.

Desde las Guerras de las Libertades el sistema de metro de Manhattan se había simplificado en extremo, solo una línea, y pocas estaciones, pero lo más importante es que se había convertido en un sistema totalmente a parte del resto de la ciudad, por lo que con toda seguridad seguiría funcionando.

Cuando en los 50s la ciudad fue tomada como base de operaciones del revolucionario Jeffrey Hernandez a parte de dedicarse a dirigir la revolución planetaria contra los poderes establecidos y las corporaciones se dedicó entre otras cosas a blindar la ciudad contra ataques terroristas o de pequeñas armadas mecanizadas y su legado a la ciudad más notable, pero menos visible fue el espectacular taponamiento de todas la líneas y túneles de servicio del metro excepto una nueva línea circular más moderna, segura y sobre todo controlable.

Se supone que había planes para una segunda y tercera línea para la ciudad, pero el fin abrupto del paranoico líder y de los últimos rescoldos de la revolución paralizaron los proyectos en fase de diseño, y los sucesivos alcaldes de la ciudad realmente no hicieron mucho por arreglar lo destruido o terminar lo empezado, a la empobrecida y casi despoblada Manhattan de los 60s se le dio la espalda a favor de otros barrios de la megalópolis más poblados y pudientes. Desde entonces nada había cambiado.

Cuando se dio cuenta estaba ya atardeciendo, el sol se ocultaba por el oeste mientras las calles perdían la luz a favor de los tonos más azulados del crepúsculo.

En las ventanas de las casas Aston podía ver luces de velas, pantallas, linternas o incluso lo que supuso que eran chimeneas. Las voces y ruidos de los habitantes del barrio se colaban por las ventanas abiertas, algunas mayores, otras de niños, pero no las escuchaba, estaba demasiado concentrado en llegar a la estación como para pararse a oír nada que no fuera medianamente amenazador. Andaba a paso ligero, pero no corría, correr sería un error que no haría otra cosa que atraer atención indebida. La cabeza gacha, con los ojos ocultos bajo el sombrero y tras las gafas, la bolsa colgada de lado y hacia atrás sujeta con un brazo.

Se paró. Un sonido, luego otro, luego lo reconoció como música, música que se acercaba acompañada de esporádicos gritos. Casi estaba ya en los terrenos de la antigua Universidad de Nueva Cork cuando vio aparecer por una esquina una veintena de personas.

El grupo era bastante heterogéneo y aparentaba ser más un espectáculo callejero que una partida de guerra. Hombres y mujeres, adultos maduros y adolescentes, tipos musculosos y tipos nervudos con músculos como cuerdas, unos pintados de la cabeza a los pies de gris con ropa gris, otros con guantes y zapatos deportivos con largas rastas engarzadas de abalorios y monos ajustados de colores chillones, otros más oscuros y con cadenas, otros con ropas cómodas pero ajadas, todos siguiendo los diferentes ritmos de varias radios o cantando agresivas letras. Unos llevan palos y cadenas, otros practican katas danzarinas con cuchillos gemelos, otros llevan neveras llenas de estimulantes y bebidas energéticas y otros, botiquines y tasers. Los Hummingbirds van a la guerra.

Aston se había escondido en un recoveco de la entrada a una casa, no deseaba que le confundieran con un Skin Borg, harto improbable o que lo reclutaran a la fuerza para su pequeña gran batalla campal, más plausible. Tras haber pasado de largo se dio cuenta de que había apoyado todo el tiempo la mano sobre el bolsillo del cuchillo. Se rió un poco y salió corriendo para atravesar lo antes posible el ruinoso campus.

Los pulmones le ardían en el pecho, la garganta reseca por la respiración entrecortada. Atravesó los terrenos del campus siguiendo solo las flechas virtuales a ras de suelo que le indicaban su destino. Tropezó. De repente todo el mundo estaba vertical y tenía pegada la cara al asfalto, la bolsa le oprimía los omoplatos y el sombrero rodaba junto a él. Más enfurecido que temeroso se levantó recogiendo el sobrero, se había hecho daño, todavía no podía sentirlo por el chute de adrenalina, tenía los nudillos de la mano pelados y la barbilla y nariz le sangraban algo. Se tocó la nariz, que no estaba rota, solo raspada, la barbilla tenía peor aspecto al tacto, pero por lo menos sangraba menos.

Con un pañuelo se limpió la sangre y se revisó el resto del cuerpo. Había caído todo de golpe, por lo que el impacto se había dispersado por todo el cuerpo, muchas magulladuras menores, nada importante. Siguió andando con un paso más precavido, asegurándose de palpar bien el mortificado asfalto, desde las sombras, mendigos y desamparados le observaban desde chabolas semiocultas entre los árboles y edificios del recinto.

No hubo risas.

La entrada al metro en la avenida Ámsterdam estaba claramente iluminada por un cartel de neón de color azul.

<06:15 PM - 30 marzo 2081 – Cuarto Menguante – 23º C – Ligeramente Nublado – Posibilidades de Lluvias Leves a Moderadas >

La entrada del metro era el único edificio con iluminación propia en medio de una avenida de aspecto desolada, de ella emergían algunas personas, unas con monos de trabajo, otras con maletines o mochilas, y todas con aspecto cansado. No hablaban, algunos escuchaban música quedamente, nadie echaba mucha cuenta a quienes les rodeaban. A Aston se le paso por la cabeza la imagen de almas en pena llegando al lóbrego inframundo desde el luminoso mundo de los vivos, mejor, menos problemas.

Anduvo por las escaleras mecánicas y los pasillos abarrotados de carteles de productos corporativos, desde llaves de crédito hasta viviendas en Queens o New Jersey, pasando por bebidas energéticas o servicios de RV personalizados. Evitó mirarlos puesto que una punzada de angustia y resentimiento le invadían y atenazaban el cuello. Prefirió concentrarse en las pintadas crípticas y los graffiti de bandas desconocidas o extintas sobrepuestas las unas sobre las otras.

Un dólar y medio en la taquilla y entró por las estrechas puertas giratorias que escanearon rápidamente en busca de explosivos y dejaron pasar cerrando la puerta tras él con un sonido de vacío.

Un vistazo a un lado y otro de la estación le dio una panorámica y una vaga idea de donde colocarse para entrar lo más rápidamente al tren. No había casi gente esperando, media docena como mucho, algunos en pareja, en cambio habían mucha más gente en los bancos dormitando o echados sobre cartones y mantas. Para los desamparados las estaciones, abiertas veinticuatro horas al día y con una temperatura razonable suponían un refugio relativamente barato y cómodo.

En una pantalla sobre la vía se indicaba la ruta completa y el tiempo de llagada del próximo tren. Faltaban doce minutos y treinta y tres segundos.

Uno de los bancos estaba libre de gente durmiendo, un jack, un sintecho que se gana la vida haciendo pequeños trabajos a cambio de una pequeña propina había convertido este en un pequeño negocio de limpiado de zapatos y prendas de cuero. El tipo estaba arrodillado pasándole una manopla negra a las botas de un individuo concentrado en leer un libro.

Las rodillas empezaban a dolerle algo, en la caída debía habérsela despellejado algo, así que se acercó al banco con el jack y el lector y se sentó. El jack le miró un momento con una forzada sonrisa con un diente de plata, o parecía plata, y le preguntó si querría que le diera un repaso. Aston negó con un gesto de la cabeza y un casi inaudible “no, gracias”, el jack le miró de reojo algo molesto y siguió concentrado en la bota del lector.

Se sonó la nariz con algo de sangre y mantuvo la cabeza gacha, después de unos instantes de mirar al suelo pasó la mirada a un chicle del suelo, al jack y finalmente al hombre que leía. Este llevaba puesta una gruesa gabardina abotonada hasta el cuello rígido que le llegaba hasta la barbilla, en la solapa el anagrama de una conocida marca de ropas térmicas y refrigeradas, un aire acondicionado portátil. Era un hombre joven, de la edad de Aston, con el pelo algo revuelto y una ceja rota hace tiempo, llevaba unas gafas de pasta negra arregladas con esparadrapo por el puente de la nariz. Leía una novela de fantasía heroica de un escritor hindú, el libro estaba abierto y doblado sobre si mismo, con algunas páginas dobladas o despegadas, había gran cantidad de frases subrayadas o anotaciones hechas a lápiz.

Nunca había visto tratar así de mal a un libro y en cierto modo le indignaba.

-Parece complicado.- Comentó el lector llevándose un lápiz a los labios- Pero estoy seguro que la mayoría de los escritores van improvisando por el camino, tienen una idea en mente y empiezan a improvisar.

Aston no sabía si se estaba dirigiendo a él, al jack o más probablemente a si mismo. Por si acaso Aston asintió levemente y desvió la mirada al suelo.

-Me encantan las novelas de este hombre, hay acción, romance, chistes y mucha originalidad, espero que algún día pueda escribir algo parecido y ganar un dinerillo extra.

-La fama es complicada de alcanzar, pero más complicada de mantener.- Se vio impelido a comentar.- Supongo que es cuestión de perseverar y esforzarse.

El lector miró a Aston por primera vez de arriba abajo, dejó el lápiz en un bolsillo y apoyó el libro en su regazo. Parecía algo cansado o incómodo.

-¿Mucho jaleo por ahí arriba con lo del apagón?

-Creo que si. La gente está hastiada y empieza a perder los nervios, aunque se lo toman con filosofía. Eso si, los de los Hummingbirds, la banda esa de los bailarines y los clubbers, parece que van a montar un lío, he visto por lo menos una veintena llendo en dirección a la 145th.- El lector permaneció en silencio esperando que Aston continuara.- Por eso me voy al sur, ya sabes, con los familiares, un poco más seguros.

-Mire, no hay partes seguras en esta ciudad y menos ahora, y las bandas del Harlem no son las únicas en guerra, donde tu vas seguro que también hay, tienen miedo las unas de las otras y se atacarán para no ser atacadas antes, es la ley de la vida, las bandas te dan una vida, tu das tu vida por tu banda.

Aston se quedó pensativo, el lector tenía razón, solo estaba cambiando un peligro conocido por otro por conocer. Agachó la cabeza más y volvió a apoyar la mano sobre el bolsillo del cuchillo. Seguía allí.

Una ráfaga de viento cálido y seco empezó a llegar del túnel. Una señal sonora distorsionada por unos altavoces quebrados indicó que en treinta segundos llegaría el tren regular en dirección al Upper West Side. El hombre se levantó, lanzó unas monedas de más al agradecido jack y se guardó la novela.

-¿A dónde se dirige? Si no es mucho preguntar.- Inquirió Aston.

-¿Yo? A ninguna parte. Solo estoy esperando a los míos.

La gabardina se le había abierto y una diminuta nube de aire frío escapó. Debajo llevaba un chaleco balístico reforzado, las piernas cubiertas por pantalones de motorista con rodilleras y espinilleras, una cadena a modo de cinturón t una porra retráctil colgando de ella. Toda la negra armadura estaba cubierta por pintadas fluorescentes.

Del vagón de tren comenzaron a bajarse docenas de hombres y mujeres blindados hasta los dientes, algunos con ropas y cascos de motorista, otros con armaduras improvisadas y máscaras grotescas, otros con armaduras tácticas de infantería, todos cubiertos de las brillantes pintadas. Un hombre mayor con cicatrices en el rostro y el pelo blanco cortado a lo militar se acercó al banco de Aston. Llevaba una katana y un wakizashi colgando a su izquierda, a su derecha una chica joven con pinturas de guerra en la cara le sujetaba un casco con rostro de demonio japonés.

- La partida de guerra ya ha salido hacia la 145th- Sonrió el chico.- Ya son nuestros, padrino.