lunes, 21 de mayo de 2007

Destinos Peores Que la Muerte: BlackOut! (5)

La puerta de la calle, una pesada y con aspecto de pertenecer más a un banco o a un bunker, estaba medio abierta. Alguien, hacía tiempo, dedicó todos sus esfuerzos a arrancar de cuajo el panel de seguridad en el que se tomaba al huella de la mano y se había llevado tanto la pantalla táctil como todos los cables eléctricos y de fibra hasta dejar solo un hueco en el que ahora solo reposaba polvo y algo de basura. Tanto la puerta como el pasillo estaban llenos de pintadas, la mayor parte de ellas sin el más mínimo atisbo de creatividad o estilo. Aston les echó un vistazo mientras salía, habían cambiado desde la última vez que pasara por la salida, pero solo seguían las típicas bufonadas de chavales sin nada mejor que hacer o borrachos con un rotulador.

Fuera en la calle no hacía viento pero se encasquetó un poco más el gorro de lona para, de alguna forma, pasar desapercibido, lo último que quería eran problemas.

La calle estaba tal como la veía desde la ventana de su apartamento pero con más basura y detalle. Una nube de color sepia tapaba el sol en ese momento otorgando a la calle un ligero fulgor dorado. Como una foto antigua, pensó. Puso un pie delante del otro y se encaminó hacia la tienda de la esquina.

Hacía mucho tiempo que no salía. No recordaba exactamente cuando fuera la última vez que saliera por otra razón aparte de exámenes o test, aunque decidió no darle demasiada importancia, al fin y al cabo realizaba sus ejercicios escrupulosamente antes de comenzar los estudios cada mañana. Aunque tenía que reconocer que desde luego no eran precisamente los ejercicios de un atleta o un astronauta., hacía lo justo para no estar ni muy gordo ni muy escuchimizado.

Rashid era un hombre alto, o por lo menos, más que Aston. Tapaba su cabeza con un pañuelo largo que luego se enrollaba al cuello a la manera del hiyab, en una mano sostenía una barra de metal procedente de alguna tubería o similar y en la otra una lata aún fresca, con escarcha, de te de jazmín.

-Salam… Tu eres el que vive en el el tercer piso. ¿No?

-Eh- Aston dudó un momento, su estrategia para pasar desapercibido desmoronada en un segundo- Si, soy yo. No se si tienes la tienda abierta, tu sabes, por lo del apagón y tal, y me gustaría saber si…- Tragó saliva- Si, bueno, si podrías venderme algunas cosas que necesito.

-Claro hombre, puedo venderte lo que quieras, no hay ningún problema- Rashid sonrió y le dio un trago a la lata de té.- Si en cambio me vinieras diciendo que te vas a llevar tal o cual te abriría la cabeza. Ya sabes, cuestión de negocios. Estoy disponible siempre y cuando tenga algo de stock en la tienda.

Aston rió más por educación que porque le hiciera realmente gracia, estaba claro que el hombre se había enfrentado ya a más de uno que había llegado exigiendo tal o cual por las bravas, la pequeña barricada y un reguero de sangre sobre la acera lo confirmaba.

Dentro de la tienda compró de buena gana todo lo que necesitaba para limpiar y reparar algo las placas solares así como algo de comida fresca. El precio era absolutamente exorbitante, en los cartelitos bajo los productos las cifras que hoy habían multiplicaban fácilmente por cinco las de antes del apagón. No había sitio para la queja. Tal como Rashid decía eso era lo que había, nada más. Se acercó a comprar unas baterías pero estaban agotadas.

Desde el otro lado de la tienda una señora mayor con un librito en la mano le contó que el 24Zid del otro lado de la calle había sido asaltado la noche anterior, que la mayoría de la gente del barrio se pasaría por la tienda tarde o temprano y que agarrara lo que pudiera antes de que más gente se planteara que el apagón pudiera durar mucho más tiempo.

-No creo que dure mucho, la verdad- dijo mientras sacaba trabajosamente la tarjeta de la cartera.- Seguro que arreglan lo que sea pronto.

Por la puerta de la tienda entró Rashid quitándose el sudor de la frente con el dorso de la mano.

-Dudo mucho que lo arreglen pronto.- Sonó una voz desde el fondo de la habitación- Va a haber guerra esta noche, los Skin Borgs van a lanzar un ataque al territorio Hummingbird. Esos punk aprovecharán mientras los Puristas se las ven sin puñetera electricidad ni mierda de recicladores… demasiado centrados en sus cosas como para resultar una amenaza.

Desde donde estaba Aston no podía ver al otro hombre, solo una sombra moviéndose entre las estanterías. Le picó la curiosidad. No conocía muy bien los entresijos de las bandas que dominaban media ciudad, pero algo había leído o visto por algún programa local. Incluso había un par de películas RV y dramas, aunque parecían bastante poco realistas. Se atrevió con algo que sabía a ciencia cierta.

-¿Y los chavales del orfanato de la calle Lenox con la 135ª ?He oído que son muy violentos y territoriales los chavales.

Esperó unos instantes antes de que la voz respondiera tranquilamente, como tomándose su tiempo.

-No. No pasarán del boulevard Fredrick Douglas, no mientras no lo vean muy claro.

De detrás de una estantería surgió el hombre con el que había estado hablando: un afro americano con el pelo cortado de forma militar con unos tatuajes maoríes en las sienes, llevaba pantalones vaqueros y una chaqueta reforzada color azul océano con el logotipo y la placa en forma de cometa de la policía de Nueva Cork. Llevaba una mochila donde iba metiendo latas o paquetes aparentemente al azar, en el costado izquierdo llevaba una tonfa negra y un rollo de cinta de detención.

El poli fue a salir por la puerta cuando Rashid se interpuso en su camino tapándole el sol. Estaba con los brazos en jarra y se podía adivinar que con expresión de pocos amigos.

-Amigo Rashid, considera que le echemos un ojo esta noche a tu tienda como pago por lo que me llevo. No querrás que unos desgraciados le prendan fuego o algo ¿No?- El tono del policía era chulesco y prepotente, amenazaba a cada sílaba que soltaba.- Sería una pena.

-¡Y una mierda!-Gritó el enorme dependiente- No vais a echarle una mísera mirada a mi tienda ni de coña, ¡Solo estáis por ahí preguntando y husmeando para saber quien ha volado los putos nodos de mierda!

El policía se hecho para atrás y acercó la mano a la porra.

-¿Qué clase de sucio vocabulario usas con un agente de la autoridad?¿Qué va a pensar tu madre, Rashid?

En el fondo del pasillo apareció la señora mayor con la que había hablado antes, llevaba una ballesta cargada con una saeta. Apuntaba al policía de la forma que solo alguien acostumbrado a disparar sabe. Sin una sola palabra el policía apartó la mano de la porra y dejó un puñado de billetes sobre la caja registradora. Asió con fuerza la mochila y salió con prisa. Aunque a todas luces el dinero dejado no era suficiente Rashid no lo detuvo ni hizo ademán alguno. Ambos sabían que cualquier comentario podría provocar el ataque del otro. A veces era mejor callarse y actuar simplemente, pasar del otro, antes que tener que lamentar unas magulladuras o huesos rotos que tardaría mucho más tiempo en sanar que un orgullo hendido o un poco de dinero perdido.

Aston decidió no quedarse un segundo más por allí. No quería imaginarse como estaría de caldeado el ambiente cuando cayera la noche. La angustia atenazó otra vez su pecho apretándole el corazón, entrecortando su hálito, tornando el pegajoso sudor en frías cataratas sobre su piel.

El barrio se iba a convertir en una zona de batalla campal, lo había dicho el policía. Los Hummingbirds, ravers enganchados drogas anfetamínicas, incansables fiesteros, mutantes de la moda y la música que habitaban los clubes y almacenes abandonados del barrio contra las hordas de bárbaros acorazados de los Skin Borgs.

-Mierda…-Mustió- Esto va a ser una matanza…- Se quitó el sombrero al entrar en el apartamento e intentó infructuosamente cerrar la gran puerta acorazada, al cavo de un rato se dio por vencido y subió corriendo a su apartamento. -Tengo que irme de aquí como sea…

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